La historia del pahinko se inició a principios del siglo XX cuando fueron importadas de Estados Unidos cinco máquinas en las que introduciendo una moneda de 1 centavo salía una bolita, y si el usuario lograba que ésta cayera en un agujero, haciendo uso de una palanca, salían dos ó tres monedas de 1 centavo.
Este juego divertía tanto a niños como a adultos, que lo llamaban “pachi pachi”, “pacchin”, “gachan” o “gachanko” por el sonido que hacía la máquina. Fue alrededor de 1930 cuando se acuñó el nombre de “pachinko”.
La ciudad de Nagoya (Aichi) es conocida como el lugar de origen del pachinko ya que allí fue inventada la máquina que sirvió de base a las actuales. El inventor fue Takeichi Masamura (1906-1975), un comerciante de vidrio. Nacido en una familia humilde de Gifu (Gifu), Masamura se dedicaba también a la venta de helados y al alquiler de viviendas.
“Si deseas una vida mejor que los demás, tienes que trabajar tres veces más que ellos, incluso por la noche, mientras ellos están durmiendo”, solía decir Masamura.
Un encuentro con un fabricante de máquinas recreativas llevó a Masamura al mundo del juego. En 1936 Shoichi Fujii, también oriundo de Nagoya, creó una máquina de la que salían bolitas en vez de las monedas.
Fujii necesitaba vidrios para sus máquinas y fue así como dio con Masamura, que al poco tiempo abrió su propio local de pachinko “para llevar una vida mejor que los demás”.
El boom del pachinko llegó en los años de la posguerra. Nagoya había sido una de las ciudades más afectadas por los bombardeos estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial. Era una época en escaseaba la comida y un cigarrillo era un artículo de lujo. Entonces Masamura tuvo la brillante idea de premiar con cigarrillos a los ganadores del pachinko.
El éxito fue tal que al poco tiempo no hubo máquinas suficientes para satisfacer la demanda. Entonces Masamura decidió dejar todos sus negocios y dedicarse a la fabricación de unas nuevas máquinas que cautivaran aún más al público.
Después de meses y meses de estudios y pruebas, en 1949 el emprendedor creó su primera máquina a la que llamó “Masamura geji”. La disposición de los palitos que hacen cambiar de dirección a la bola sigue utilizándose hoy en día. Las máquinas de Masamura se difundieron rápidamente entre los 4.818 locales de pachinko que había por aquel entonces, una cifra que en sólo tres años ascendió a 42.168 establecimientos.
GOLPE DE MUERTE Y RESURGIMIENTO
En 1952 otro empresario de Nagoya, aficionado al pachinko, inventó una máquina que luego causaría un problema social. A Tokuji Kikuyama, representante de la empresa Onoda Cemento, le molestaba tener que meter una bolita cada vez que tiraba de la palanca. Esto le llevó a crear una máquina que permitía introducir las bolitas sucesivamente. Con la máquina anterior uno lanzaba unas 50 bolitas por minuto mientras que la nueva permitía tirar más de 130 bolitas por minuto.
Los locales cambiaron de máquinas porque el pachinko inventado por Kikuyama hacía que los clientes compraran más bolitas. En otras palabras, los aficionados se gastaban cada vez más dinero en el juego y esto llegó a originar un problema social muy grave.
La policía, encargada de supervisar al sector recreativo, prohibió esta máquina en 1954. Esta decisión fue una sentencia de muerte para muchos locales; de hecho, un 70 % de los 53.000 establecimientos que había entonces tuvieron que cerrar sus puertas.
La mayoría de los que siguieron con el negocio fueron coreanos residentes en Japón. Gracias a otra máquina inventada en 1955, los locales recuperaron a los clientes.
Ella fue denominada “churippu” porque cuando una bolita entraba en el hueco, tres o cuatro objetos que tenían la forma de la flor del tulipán abrían las pétalos para felicitar al cliente.
Sin embargo, en la década de los 1950 Japón comenzó a gozar de un vertiginoso crecimiento económico y los regalos del pachinko perdieron su atractivo. Los clientes preferían el dinero, pero los locales no lo podían dar porque en Japón los juegos de azar están prohibidos. Entonces el gremio de Osaka ideó un sistema que permitía a los clientes ganar dinero.
Para ello establecieron una tienda independiente que se dedicaba a comprar los regalos a los jugadores y de esta manera éstos conseguían el ansiado dinero. Luego esos regalos volvían al pachinko. Éste curioso sistema sigue utilizándose en la actualidad.
Atendiendo al dinero que ha llegado a mover, en su momento el pachinko fue uno de los mayores pasatiempos en Japón. De los 85 billones de yenes anuales que circulaban en el sector del ocio en los 2000, más de 29 billones (unos 273.000 millones de dólares) corresponden al juego de las bolitas. Estos datos, extraídos del Libro Blanco sobre el ocio en Japón (2003), señalan que en todo el país hay 21,7 millones de aficionados al pachinko. (International Press)
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