Japonés que abandonó a su padre: “Tal vez sea insensible de mi parte, pero tengo mi propia vida»

La revista Spa! encuestó a 300 hombres de 30 a 59 años en Japón sobre la relación con sus padres. El 74 % respondió que los cuidaban por completo; sin embargo, el 19 % dijo que no lo hacía en absoluto, revela Japan Today.


Dentro de ese 19 % que no cuida a sus padres se podría incluir a un hombre en la cuarentena que vive en Tokio. Su anciana madre languidece en una residencia para ancianos en la región de Tohoku, donde se pregunta cuándo su hijo lo visitará. Está totalmente sola.

La anciana vio por última vez a su hijo hace 5 años. Al comienzo, la visitaba cada tres meses; más adelante, cada seis; después, una vez al año.

Cada vez más adultos se desentienden de sus ancianos padres en el país asiático.


“Tal vez sea insensible de mi parte, pero tengo mi propia vida para vivir», dice un hombre de 34 años identificado como Yoshiyuki Kinoshita.

Yoshiyuki decidió abandonar a su padre para poder vivir su vida.

Spa! reseña su vida.


Los padres de Yoshiyuki se divorciaron cuando él estudiaba en primaria. Su padre se fue de casa, pero mantuvieron el contacto y se llevaban bien. A Yoshiyuki le gustaba estar con su papá, y este se esforzaba por cultivar la relación con su hijo. Al padre le iba bien en el negocio inmobiliario.

Yoshiyuki fue un buen estudiante en el colegio. Obtuvo un préstamo estudiantil, fue a la universidad, se graduó y consiguió trabajo en un banco.


El barco comenzó a hundirse en 2008, cuando estalló la crisis financiera mundial. Yoshiyuki logró mantenerse en el trabajo, pero el negocio de su papá quebró.

El naufragio del negocio destrozó al padre, que se transformó en un hombre alcohólico que acudía a su hijo para pedirle dinero. Una y otra vez, y otra, y otra.

Si bien tenía trabajo, la situación era difícil para Yoshiyuki, pues ganaba poco más de de 200.000 yenes (1.810 dólares) al mes y tenía que pagar su préstamo estudiantil. Para ayudar a su padre se endeudó. Llegó a deber cinco millones de yenes (45 mil dólares).

Por otro lado, Yoshiyuki quería construir su propia vida. No podía ser “cajero automático” de su padre para siempre. Además, el joven tenía planes de matrimonio.

Así las cosas, tenía que ponerle fin a la situación. Le dio un ultimátum a su padre: o cambiaba de vida y seguía reconociéndolo como su papá, o Yoshiyuki le daba el dinero que tenía a mano y se olvidaba de él para siempre.

El padre eligió el dinero. Yoshiyuki le dio 150 mil yenes (1.350 dólares) y desde entonces no ha vuelto a saber de su progenitor. Eso fue hace tres años. «Me lo imagino muriendo solo por el coronavirus o algo así. Bueno, si no hay nadie que cuide su tumba, que así sea», dice.

Yoshiyuki se casó. Su padre, si está vivo, tiene 64 años. (International Press)

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