El uso de la mascarilla es ampliamente extendido en Asia. Ni se discute. En Occidente es distinto. En países como Estados Unidos no se recomendaba su uso ante el riesgo de que su escasez afectara al personal sanitario que atiende a las personas infectadas con coronavirus y las dudas de su eficacia. Los occidentales aún no están plenamente convencidos de la conveniencia de su uso.
Sin embargo, la situación está comenzando a cambiar, al menos en Estados Unidos, donde el presidente Donald Trump anunció el viernes las nuevas pautas que recomiendan al público cubrirse la cara en espacios públicos para frenar la propagación del virus.
Las directrices de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades no se limitan a las mascarillas. La gente también puede cubrirse con camisetas o pañuelos.
Sin embargo, Trump dijo que él no seguirá la recomendación. «Elijo no hacerlo», manifestó en declaraciones recogidas por The Associated Press.
Trump dijo que no se podía imaginar con el rostro cubierto mientras está sentado en el Despacho Oval recibiendo a líderes mundiales.
Pese a la recomendación, en EEUU existe la preocupación de que el uso de mascarillas lleve a la gente a confiarse en exceso.
La Dra. Deborah Birx, coordinadora del grupo de trabajo de la Casa Blanca contra el coronavirus, declaró que le preocupaba que la gente tuviera una falsa sensación de seguridad con la cara cubierta y no cumpliera con las medidas más importantes y efectivas para frenar la propagación del virus: mantener seis pies de distancia (1,8 m), lavarse las manos con frecuencia y evitar tocarse la cara. (International Press)
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