El martes, alrededor de las 5:30 p. m., la ventana de un helicóptero militar de EEUU se desprendió en pleno vuelo de la aeronave y cayó sobre el mar, a unos 8 kilómetros de la costa de Okinawa.
Al día siguiente por la noche, EEUU informó del incidente al gobierno de Japón, que a su vez transmitió la información a las autoridades de Okinawa.
La demora en el reporte del incidente enfadó a las autoridades de Okinawa, quienes deploraron que su solicitud de que la información de percances como el ocurrido se transmita lo más rápido posible haya caído en saco roto.
El vicegobernador de Okinawa, Kiichiro Jahana, se declaró sorprendido por la noticia y sumamente indignado. «Hemos pedido una y otra vez que la comunicación sobre estos problemas sea lo más rápida posible. ¿Por qué no pueden hacerlo de manera correcta?».
Un residente se quejó de que “estos incidentes se repiten a pesar de que EEUU ha dicho que está trabajando para evitar que ocurran otra vez”. El okinawense pidió el cierre de la base militar estadounidense de Futenma, a la que pertenece el helicóptero.
La ventana pesaba alrededor de 1 kilo y medía 58 centímetros por 47 cm.
Como señala el residente okinawense, los incidentes que involucran a aeronaves militares de EEUU en Okinawa no son nuevos.
En octubre 2017, un helicóptero se estrelló contra un terreno de propiedad privada. En diciembre del mismo año, la ventana de otro helicóptero en pleno vuelo cayó sobre el patio de una escuela, donde había niños. Por suerte, la ventana de 7,7 kilos no hirió a nadie. (International Press)
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