Mucha gente miente sobre su educación. Inflan su formación académica, inventando maestrías o doctorados. Hasta los políticos lo hacen en sus hojas de vida. Eso, cuando se descubre, se paga.
Un hombre de 63 años pagó las consecuencia de mentir sobre su educación. Lo singular de su caso es que en vez de añadir estudios inexistentes, hizo lo contrario. Y cuando se descubrió la mentira lo despidieron.
El hombre dijo a sus empleadores que había estudiado hasta koko. Así lo puso en su currículum y lo confirmó después. Sin embargo, la verdad es que estudió en la universidad y se graduó.
¿No es absurdo? ¿Por qué alguien “rebajaría” su formación académica? ¿No se supone que mientras más estudios tengas más posibilidades existen de que te contraten?
No fue así en el caso del hombre, que trabajaba en la división de economía y turismo del municipio de Kobe. Cuando solicitó la plaza, solos los graduados de koko podían postular. Los universitarios estaban excluidos. Por eso ocultó sus estudios superiores, según el sitio SoraNews24.
Una delación anónima destapó la mentira. El municipio de Kobe investigó el caso y tras confirmar la veracidad de la denuncia decidió echar al hombre.
Otro dato llamativo de este hecho es que el exfuncionario fue despedido después de 38 años de trabajar en el municipio (ingresó en 1980). Si bien la mentira es punible, ¿no resulta exagerado el despido de alguien casi cuatro décadas después?
En 2006, el municipio realizó una encuesta sobre la educación de sus funcionarios y el hombre volvió a ocultar su paso por la universidad. Esa segunda mentira y el hecho de no fuera precisamente el mejor de los empleados (sufrió un recorte salarial por tomarse descansos durante horas de trabajo) influyeron en su despido. (International Press)
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