El 17 de junio, en un partido de baloncesto interescolar, un estudiante de intercambio congolés de 15 años selló su destino en Japón. Tras ser sancionado por una falta, el adolescente le dio un puñetazo al árbitro. El hombre fue llevado a un hospital, donde le pusieron diez puntos.
Al darse cuenta de su condenable acción, el chico se disculpó entre lágrimas ante su entrenador.
Al parecer, el menor no se sentía bien en Japón. Poco antes del incidente, suplicó para regresar a su país, revela un columnista de Asahi Shimbun, que imagina “el estrés y la tristeza contra los que debió haber estado luchando”.
¿Frustración causada por problemas de comunicación?
En la escuela de Miyazaki donde él estudiaba no había ningún profesor que hablara francés, su lengua materna. Aunque la escuela ha recibido antes a muchos estudiantes extranjeros, el periodista duda de que hubiera prestado suficiente atención a sus problemas de idioma.
Tras el incidente, la escuela recibió un montón de llamadas telefónicas y correos electrónicos de gente que atacaba al chico.
La penosa historia, dice el columnista de Asahi, “me hace cuestionar seriamente la disposición de nuestro país a aceptar extranjeros, que aspiran a cumplir sus sueños aquí, como seres humanos, no como trabajadores o como miembros ‘útiles’ de equipos deportivos”. (International Press)
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