En diciembre de 2017, había 1.386 extranjeros recluidos en los centros de detención de la Oficina de Inmigración de todo Japón. De ellos, 510 tenían más de seis meses encerrados, el 36,8 % del total, según el Ministerio de Justicia japonés.
A fines de 2016, había 1.133 extranjeros detenidos, de los cuales 313, el 27,6 % del total, llevaban más de seis meses privados de su libertad.
El fuerte aumento, explica Mainichi Shimbun, se debería a que las autoridades japonesas están restringiendo el sistema de libertad provisional, que permite la liberación de un extranjero por razones humanitarias. Las personas que defienden a los extranjeros piden que el sistema no sea tan estricto.
El Ministerio de Justicia está tomando medidas enérgicas contra los extranjeros que permanecen en Japón ilegalmente. Además, ha endurecido su política de aprobación de peticiones de refugio, pues considera que muchos extranjeros solicitan asilo solo para poder trabajar. Antes un extranjero recibía permiso para trabajar seis meses después de presentar su solicitud.
Desde enero, si un extranjero solicita refugio por motivos que claramente no cumplen con los criterios para otorgarlo (por ejemplo, si ha huido de su país por deudas), se iniciará el proceso de deportación una vez que expire su estado de residencia, aunque esté presentando su solicitud por primera vez.
Cuando un extranjero no tiene residencia legal en Japón, la Oficina de Inmigración envía una orden de detención por escrito. La persona puede ser detenida hasta por 60 días. Si después de revisar su caso, Inmigración decide deportarlo, el extranjero puede permanecer detenido por un periodo indeterminado antes de ser devuelto a su país.
Hubo alguien que estuvo detenido durante más de cinco años.
En 2015, a 3.606 extranjeros con órdenes de deportación se les concedió la libertad provisional hasta que salieran de Japón. La cifra se redujo a 3.106 personas en 2017.
En Japón, existen un total de 17 centros de detención. Desde 2008, 12 detenidos han muerto. El número de suicidios asciende a cinco. El último fue un hombre indio en la treintena, que se quitó la vida en el Centro de Inmigración Higashi-Nihon, ubicado en la prefectura de Ibaraki. (International Press)
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