Ser una trabajadora extranjera en una empresa en Japón puede dar a pie a muchas situaciones incómodas o indeseables. La estadounidense Chiara Terzuolo publicó un texto en el sitio web GaijinPot sobre las situaciones que ha debido enfrentar por su condición de no japonesa en sus siete años de trabajo en oficinas en Japón.
PREGUNTAS IMPERTINENTES
Ser extranjera despierta curiosidad. Y muchos japoneses parecen no diferenciar entre los extranjeros, como si uno solo representara a todos. Chiara ha escuchado muchas veces preguntas que empiezan diciendo “¿todos los extranjeros…?”. Eso también puede pasar con los hombres, pero las mujeres deben aguantar preguntas irrespetuosas como “¿todas las extranjeras se acuestan con cualquiera?” o “¿la mayoría de extranjeras tiene tetas grandes?”.
En fin, Chiara recomienda que cada que vez que te pregunten “¿todos los extranjeros…?” responde que no puedes hablar en nombre de todo el mundo o que te especifiquen a qué país se refieren. ¿Con los impertinentes? Un “¡¿qué quieres decir con eso!?” en tono de reproche acompañado por una mirada como la que lanzarías a alguien totalmente fuera de lugar.
COMENTARIOS SOBRE LA APARIENCIA
Chiara cuenta que a menudo, después de una intervención sobre un determinado problema en una prolongada reunión laboral, en vez de recibir comentarios sobre su trabajo, ha tenido que escuchar comentarios sobre su apariencia. “Es realmente desalentador, ya que te hace preguntarte si te estaban escuchando y te quita autoridad”, dice.
En esos casos, ella recomienda un breve momento de frialdad, como para dar a entender que el comentario es inoportuno o no bien recibido, soltar algo relacionado con el trabajo y, por supuesto, no replicar el comentario. Simplemente ignorarlo.
INTROMISIONES EN LA VIDA PRIVADA
¿Estás casada? ¿Eres católica? ¿Tienes hijos? ¿Cuándo planeas tener hijos? ¿Dónde están enterrados tus ancestros? ¿Cuánto pesas? Preguntas que Chiara ha tenido que responder, y no hechas por amigos o personas con cierta confianza, sino por gente que apenas conoce, e incluso en entrevistas de trabajo.
Ella aconseja tratar de liberarse de la situación lo mejor posible y luego compartir las preocupaciones en privado o buscar el consejo de una mujer en un puesto de mayor rango.
DOBLE MORAL
Se supone que las extranjeras deben ser siempre dulces y alegres, estar pilas y ser amigables. Ella hace notar el doble rasero: el menor gesto de desaliño o descuido en la mujer es percibido como falta de profesionalismo; en el caso del hombre, es signo de que trabaja duro.
Ser educada y portarse de manera correcta es lo obligatorio, no lo demás (tener que ser alegre, dulce, etc.). Chiara dice que debes dejar que tu trabajo hable por sí mismo y señalar el doble rasero. También plantea como opción buscar el apoyo de otras mujeres que sienten lo mismo.
AVES DE PASO
Las extranjeras deben hacer frente a la creencia de sus superiores de que son aves de paso, de que no van a durar en el trabajo. O se retiran después de casarse o vuelven a su país. Eso creen. La idea es dejar claro que piensas quedarte y apuntas alto, dice la autora. (International Press)
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