El camboyano llegó a Japón en 2014 como aprendiz para trabajar en una compañía de construcción en Tokio. Su labor: reemplazar tuberías de agua.
La firma para la que trabajaba tenía unos veinte trabajadores. Dos de ellos, japoneses, lo hostilizaban, llamándolo idiota o parásito.
Los maltratos no se limitaban a las agresiones verbales, pues también lo pinchaban con herramientas.
En marzo de 2016, el hombre fue diagnosticado con depresión y tuvo que reposar dos meses en casa.
El sindicato que apoya al camboyano de 34 años hizo público que las autoridades laborales de Tachikawa reconocieron este año que la depresión que sufrió tuvo su origen en las agresiones de las que fue víctima, informó Mainichi Shimbun.
Gracias a ese reconocimiento, el hombre es elegible para recibir una compensación. (International Press)
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