Madrid.- «Ahora las canciones salen, duran un tiempo y chao», explica Sergio Rotman, saxofonista de Los Fabulosos Cadillacs. Es lo que él llama «música de chicle», una tendencia contra la que lucha la banda argentina, que actuará el 15 de julio en Madrid con el compromiso de dar al público «lo que quiere».
Casi veinte años hacía que Los Fabulosos Cadillacs no pisaban España, pero, para compensar, los argentinos iniciaron el pasado viernes una triple cita por algunos festivales españoles con el propósito, dice Rotman (Buenos Aires, 1963), de «terminar en una fiesta» como «siempre» hacen.
Tras su paso por Barcelona (Festival Cruïlla) y Málaga (Weekend Beach), queda un último encuentro con los asistentes al festival Río Babel de Madrid.
«Los Cadillacs les vamos a dar lo que quieren, lo aseguro», afirma rotundo el músico, quien apunta que, aunque los estadios les quedan «como anillo al dedo», también son «un grupo perfecto» para festivales porque tienen muchas «canciones emblemáticas».
Con la misma seguridad Rotman habla de su último álbum, «La salvación de Solo y Juan» (2016), ese que también presentan ahora en España y que llega como el primer trabajo con repertorio totalmente nuevo desde 1999.
Una demora para presentar temas nuevos que el compositor atribuye, en parte, a la discográfica, ya que tuvieron que «convencerla» de que podían hacer un disco con canciones nuevas una vez superado el bache que la banda sufrió entre 2002 y 2009, una fractura que terminó en la desintegración del grupo.
«Buscaría un eufemismo para referirme a eso, pero la verdad es que ya nos odiábamos», se ríe el saxofonista, que explica que esa fuerte crisis pudo estar motivada por el hecho de que Los Fabulosos Cadillacs empezaran «de adolescentes» y pasaron «la juventud y la madurez» dentro del grupo.
«Llegó un punto en el que había que parar», concluye.
Pero él, que entró en la banda en 1986 y que ha visto los «altibajos» desde dentro, siente que hay algo que ha hecho «muy fuertes» a los Cadillacs en el sentido musical» y es lo que ayuda a que el grupo perdure como solo lo hacen «los artistas buenos».
«Toda esa suerte de poder abarcar muchos estilos nos ha divertido, nunca nos aburrimos de hacer música», recalca el también compositor, que cree que lo imprescindible es «no aferrarse» a un único género de su «escuela», sino ponerle «sello propio» a todos los sonidos que tocan, como el reggae o el ska.
Eso ha intentado también la banda con su nuevo disco, al que Rotman califica como «conceptual» y en el que se puede «leer» el cuento de dos hermanos que tienen una relación «particular» con su padre; una historia que, dice el músico, los miembros de la banda Flavio y Vicentico «venían manejando» desde los noventa y en la que hay «guiños a otros artistas».
«Es una búsqueda concreta por recuperar cierta cosa de los setenta que nos parece atractiva y olvidada en un mundo de música de chicle, de goma de mascar», sostiene el argentino en referencia al cambio «notable» que ha sufrido el consumo de la música en los últimos años.
Ahora, opina, «la gente escucha música 26 segundos» y «es tan sencillo pasar de canción» que, si no te «engancha», no le das más oportunidad.
Frente a eso, Los Fabulosos Cadillacs luchan para que su último trabajo, «La salvación de Solo y Juan», invite a la gente a «sentarse a escuchar», ya que hay algo más de lo que Rotman está plenamente convencido: «volveremos a escuchar música como se debe». EFE
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