Una dura polémica se ha desatado en Ecuador luego de que la Superintendencia de la Información y Comunicación (Supercom) exhortara ayer miércoles a las emisoras de radio a proteger los derechos de la niñez, ante melodías con contenidos sexuales explícitos o de odio, especialmente el reguetón y la música urbana.
Representantes de medios de comunicación expresaron su desacuerdo con la posición de la Supercom, al considerar que ello afectaría a la libertad de expresión y supondría, según ellos, una restricción para promocionar ese tipo de ritmos en la franja horaria familiar, que parte a las seis de la mañana y se extiende por doce horas.
También reaccionaron artistas, especialmente de los ritmos aludidos, y varios afirmaron que los contenidos que podrían afectar a niños y jóvenes se encuentran en otros géneros.
El superintendente Carlos Ochoa aclaró hoy en su cuenta de Twitter que la Ley de Comunicación, en la que la Supercom sustenta su actuación, «no censura ritmos, regula contenidos, si existe vocabulario sexualmente explícito o que incita al odio, es susceptible de un proceso».
La Supercom, en su decisión, consideró que «el alto grado de influencia que tiene en la actualidad este tipo de música entre niños, niñas y adolescentes podría exponerlos a una conducta perjudicial para su desarrollo integral, en busca de la aceptación y necesidad de identificación propia de la edad de este grupo social».
el alto grado de influencia que tiene en la actualidad este tipo de música entre niños, niñas y adolescentes podría exponerlos a una conducta perjudicial para su desarrollo integral, dice el Gobierno…»
Incluso el legislador oficialista Jorge Yunda, que es también empresario de medios, aceptó que la Superintendencia exhorte a la regulación de contenidos, pero señaló que si se trata de un veto a un género o ritmo, sería «una cuestión de locos».
Yunda, en declaraciones a radio Sonoram, recordó que en la historia musical han surgido géneros que escandalizaron a generaciones precedentes y comparó la situación actual con la aparición en el pasado del twist, el breakdance y otros ritmos.
Asimismo, dijo, como ejemplo, que el cantante más popular del país, el histórico Julio Jaramillo, no hubiese podido haber difundido a través de la radio melodías que en su contenido evocaban al consumo de licor, porque hubiese supuesto una apología al alcoholismo.
«Yo creo que la libertad de programación siempre debe primar», apuntó Yunda. EFE
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