El Gobierno nipón decidió hoy llamar a consultas a su embajador en Seúl en protesta por la instalación de una polémica estatua que homenajea a las esclavas sexuales frente a un consulado japonés en Corea del Sur.
La estatua fue instalada la semana pasada frente la representación consular japonesa en la ciudad costera de Busan (sureste) por un organización cívica tras la aprobación del gobierno local, provocando la protesta de Tokio e incrementando la tensión entre ambos países.
El Gobierno japonés ha decidido retirar también a su cónsul en esta ciudad surcoreana, informó hoy el ministro portavoz del Ejecutivo nipón, Yoshihide Suga, en declaraciones recogidas por la agencia de noticias Kyodo.
«Hemos pedido repetidamente a Corea del Sur que se encargara de resolver este asunto de forma apropiada, pero la situación no ha mejorado, así que tomamos esta medida», dijo Suga.
El Ministerio surcoreano de Exteriores calificó la decisión de Japón de llamar a su embajador de «muy lamentable», según un comunicado.
«Incluso si hay asuntos problemáticos, los gobiernos de ambos países deben seguir potenciando los lazos entre Corea del Sur y Japón, basados en una relación de confianza», afirmó el Ministerio surcoreano.
La talla, la segunda de este tipo emplazada frente a misiones diplomáticas de Japón en el extranjero, representa a una niña descalza vestida con el traje tradicional surcoreano, y simboliza a las víctimas de abusos sexuales cometidos por las tropas niponas.
Se calcula que unas 200.000 niñas y adolescentes -la mayoría coreanas- fueron víctimas de estos abusos desde los años treinta del siglo pasado y, sobre todo, al final de la II Guerra Mundial, concluida en 1945.
El conflicto de las esclavas sexuales, llamadas eufemísticamente «mujeres de confort», ha causado en las últimas décadas frecuentes roces entre Corea del Sur y Japón, y se ha convertido en el principal escollo en sus relaciones bilaterales.
Los gobiernos de ambos países suscribieron a finales de 2015 un acuerdo para dar por zanjado el asunto, que contempla las disculpas oficiales de Japón y una compensación económica de 1.000 millones de yenes (unos 8,1 millones de euros) para restaurar «el honor y la dignidad» de las víctimas.
La instalación de la estatua responde ahora a la protesta de ciertas organizaciones de apoyo a las víctimas, que se opusieron a dicho pacto al considerarlo insuficiente. (EFE)
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