El gigante nipón de la publicidad Dentsu fue investigado diez veces por sospechas de que hacía trabajar demasiado a su personal antes del suicidio de una de sus empleadas en 2015, motivado por el número excesivo de horas extras que estaba obligada a cumplimentar.
Las autoridades japonesas realizaron inspecciones en las sedes de la compañía diez veces durante la última década antes de la muerte de Matsuri Takahashi, empleada de Dentsu, que se suicidó en diciembre de 2015, adelantó hoy la agencia de noticias Kyodo tras hablar con fuentes cercanas al caso.
Durante estas inspecciones en las sedes de Tokio, Kansai, Kioto y Chubu, la compañía nipona recibió cinco avisos por exceso de trabajo de sus empleados entre septiembre de 2005 y diciembre de 2015, señalaron las citadas fuentes.
Las autoridades advirtieron entonces a Dentsu de que la forma en que hacían trabajar a sus empleados era ilegal y le instaron a que rectificara la situación.
Esta información llega dos días después de que el Ministerio japonés de Trabajo decidiera llevar el suicidio de Takahashi ante la justicia, al considerar que Dentsu incumplió la normativa laboral, algo que provocó la dimisión del presidente de la compañía, Tadashi Ishii, que dejará el cargo en enero.
La fallecida, de 24 años, llegó a trabajar hasta 105 horas extra al mes, aunque los registros de la compañía mostraban un cómputo dentro del límite legal.
La familia había denunciado que la compañía forzó a la empleada a anotarse menos horas de las trabajadas en realidad.
La legislación laboral japonesa establece que las jornadas de trabajo no deben superar las 40 horas semanales, aunque permite que se trabajen horas extra siempre que haya un acuerdo previo entre empleador y trabajador.
No obstante, la normativa señala que los empleados no deben trabajar más de 80 horas suplementarias al mes (anteriormente el límite se situaba en 100 horas), y contempla medidas de control y sanciones para las empresas que superen este techo.
El Gobierno japonés aprobó en 2015 una ley para frenar la epidemia del exceso de trabajo, aunque la falta de rigor al registrar las horas extraordinarias por parte de las empresas, y la disponibilidad de los empleados a alargar sus jornadas para recibir bonificaciones, dificultan el control sobre esta práctica. (EFE)
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