Raúl Cortés / EFE
El presidente de la Real Academia Española de la Lengua, Darío Villanueva, negó hoy en una entrevista con Efe que «una imagen» valga «más que mil palabras» y rechazó que la alta circulación de fotos, videos y emoticonos en los mensajes digitales afecten al buen uso del lenguaje.
Villanueva, que se encuentra en México asistiendo a la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara (oeste de México), el mayor encuentro editorial en español del mundo, opinó que esa cita literaria «es una muestra fehaciente del valor máximo» del idioma español, «su unidad», a pesar de su «enorme dispersión geográfica».
Esa dispersión -añadió- está plasmada en las 23 academias que constituyen la Asociación de Academias de la Lengua Española, la última de ellas, la de Guinea Ecuatorial, incorporada en 2015.
«Tenemos un español que es muy rico en variedades, en acentos, en palabras específicas de cada una de las zonas o regiones», algo que «ocurre también dentro de la propia España», recalcó sobre ese «instrumento de entendimiento absolutamente espontáneo y natural entre los 500 millones de hispanohablantes».
Detalló además que «cuando alguna palabra local nos sorprende a los que no pertenecemos a esa región, el propio contexto ayuda a explicarla».
En la FIL de 2016, dedicada a América Latina en su 30 edición, tienen especial protagonismo dos académicos de la lengua que son importantes exponentes de la literatura en español, como el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa y el escritor y periodista Arturo Pérez Reverte, remarcó.
Villanueva concedió la entrevista al visitar la caseta que la Agencia Efe ha instalado en el Salón Internacional de la FIL para celebrar su medio de siglo de vida en México, y antes de intervenir en la presentación de la edición conmemorativa de La colmena, de Camilo José Cela, otro Premio Nobel.
«Es una edición muy particular porque se incluye un documento de borradores de la propia novela que era completamente desconocido hasta entonces, en donde hay capítulos que nunca se llegaron a imprimir», adelantó.
Esos pasajes -matiza- «nunca hubiesen pasado la censura del momento, ni en España ni en Argentina», donde se publicó en el año 1951.
De regreso al uso del idioma, Villanueva se refirió a cómo la lengua ha sido capaz siempre de aprovechar la tecnología y sobreponerse a los cambios de paradigma que plantea y que a veces son vistos como una amenaza, como por ejemplo con el telegrama a finales del siglo XIX.
«Los verbos se ponían en infinitivo porque había que ahorrar tiempo y dinero. Eso continúa ahora. Hace años con los SMS, hoy en día con los tuits y con las otras comunicaciones, los whatsapp etcétera», expuso.
En su opinión, «no hay que preocuparse por ello», pues lo importante es entender «que hay distintas situaciones lingüísticas y que en cada una de ellas se puede uno permitir determinadas licencias».
«No es lo mismo escribir una carta solicitando un puesto de trabajo que escribir un SMS o un whatsapp», ya que en el primer caso, por ejemplo, «el uso correcto del idioma habla mucho de la persona», como lo es también «la expresión oral en público».
«Cuando hablamos con nuestros amigos o estamos en tertulia también nos permitimos cosas que luego, en un ambiente más formal, no nos permitiríamos nunca», ahondó.
Por ello, argumentó que aunque la «moda de los emoticonos, en definitiva, significa una simplificación y una banalización de la comunicación», no impide que se siga hablando bien.
«Cuando se quiere comunicar algo importante hay que matizarlo, y la única manera de matizarlo es la palabra», remató.
La FIL, inaugurada el pasado sábado y que se clausura el próximo 4 de diciembre, es un punto de encuentro de 2.000 editoriales de 44 países y 20.000 profesionales del libro.
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