Ancianos en Japón enseñan japonés a estudiantes en el extranjero

Proyecto ayuda a personas mayores solas y a jóvenes sin oportunidad de practicar

Foto Helte Co.

 

 


Por un lado, ancianos solitarios que necesitan sentir que aún pueden ayudar, ser útiles. Por el otro, extranjeros en sus países de origen que quieren aprender nihongo y que casi no cuentan con oportunidades para estudiarlo con un japonés.

Una compañía de tecnología de la información en Chiba está sirviendo de enlace entre ambas partes con buenos resultados, revela Yomiuri Shimbun.

Unos y otros se conectan a través de videollamadas en línea.


Tanto profesores como alumnos están disfrutando de la experiencia e incluso se hacen amigos.

–Septiembre es un mes lluvioso en Japón por los tifones. ¿Llegan tifones a Tailandia? –pregunta Teru Morisawa, una mujer de 87 años que vive en un hogar para ancianos en la ciudad de Kashiwa.

–A veces, pero no con tanta frecuencia como en Japón –responde un tailandés de 22 años que estudia japonés en una universidad en Bangkok.


Estas líneas, que reproduce el diario nipón, son parte de una conversación en japonés de media hora de duración, en la que profesora y estudiante hablan, por ejemplo, de la afición de la japonesa por escribir haiku y la comida que a ambos les gusta.

El tailandés dice que está feliz de tener la oportunidad de hablar japonés.


El día en que se transcurrió la conversación con el joven tailandés, Morisawa dio tres clases. «Ayudar a la gente a aprender japonés es una cosa que vale la pena hacer. Nunca pensé que llegaría a conocer extranjeros a esta edad», dice con alegría.

Quien está detrás del proyecto, lanzado en agosto de forma gratuita a modo de prueba, es un joven de 25 años llamado Manabu Goto, presidente de la compañía Helte Co. (https://www.facebook.com/helte.corp).

¿Cómo nació todo? Cuando Goto era estudiante universitario, hablaba a veces a través de videollamadas con una mujer que vivía en un hogar para ancianos en EEUU y que conoció por su madre. Luego, al viajar por el sudeste asiático, descubrió que había jóvenes que estudiaban japonés, pero que tenían pocas oportunidades de practicarlo.

¿Qué haces cuando tienes dos puntos? Los conectas y creas algo nuevo. Eso hizo él.

Goto visitó hogares para ancianos y otros sitios donde pudiera encontrar personas de edad avanzada interesadas en enseñar nihongo, y se puso en contacto con universidades en Tailandia en busca de estudiantes.

En las tabletas que utilizan los profesores, el emprendedor ha instalado un sistema que muestra textos de gran tamaño para facilitar su uso por parte de los ancianos. Actualmente tiene once sensei de la tercera edad.

Goto quiere ampliar su servicio, que en el futuro podría convertirse en un negocio. «Me gustaría crear un lugar donde varias personas puedan conectarse y superar las diferencias de edad y nacionalidad”, dice.

De acuerdo con cifras del año fiscal 2012 de la Fundación Japón, existen alrededor de 3,9 millones de personas que estudian japonés en el extranjero. (International Press)

 

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