Bajo el mando de Tabárez, técnico récord de la historia, y Tite, cuya llegada ha sido balsámica
Por: Jorge Barraza
Uruguay cabalga raudo llanuras y mesetas de América del Sur. Brasil lo sigue a galope firme y caballo fresco. Más atrás, meta rebenque, vienen Ecuador, Colombia y, torcido en la montura, Argentina. Son los jinetes de avanzada. Separados, Paraguay y Chile, y al fondo, despegados, Perú, Bolivia y Venezuela. Es la siempre tensa carrera mundialista, que vuelve con sus nacionalismos, euforias, broncas y alegrías.
Está feliz la patria de Artigas. Uruguay nunca estuvo tan aliviado en una clasificatoria. Ya es difícil que se caiga. Aparte no es equipo que dependa de una estrella, aunque la tiene (Luis Suárez). Es como una cooperativa en la que todos aportan algo para el bien común y lo hacen con eficiencia, bajo la severa mirada del grandísimo Óscar Tabárez, el técnico récord de la historia: nadie en el mundo dirigió más partidos de selección que él. Y se apresta a marcar otro: si se da, llevaría a Uruguay por cuarta vez a un Mundial. En 5 cotejos de local, la Celeste ganó los 5 con 14 goles a favor y 0 en contra. Como para ir de visita… Le costó Venezuela, que estando 0 a 0 falló un gol insólito (Peñaranda había eliminado al arquero y la tiró afuera sin nadie en la valla). Pero luego con tesón, dinamismo y esa actitud tradicional del jugador uruguayo en su selección, lo fue liquidando. También con la clase de Carlos Sánchez (aquel de River), Cavani y Suárez, inaguantables cada vez que atacan a fondo. Venezuela ya está fuera de cualquier ilusión, incluso matemática.
Lo dijimos hace justo un mes: la gran noticia de la Eliminatoria es Tite. Su llegada no sólo ha sido balsámica para Brasil, sino también una nueva primavera para esa selección. No miremos los tres triunfos y los diez goles logrados con Tite sino la forma. Del Brasil dudoso y vulnerable de Dunga se pasó al arrasador e invicto de Tite. Todos los jugadores levantaron, están confiados, quieren jugar fútbol, se advierte una buena atmósfera en la canarinha. De tres cuartos de cancha hacia adelante tiene un cambio de ritmo fenomenal, Brasil. Son aviones. Como Uruguay, es otro que va seguro a Rusia.
La Argentina de Bauza, hasta ahora, es un facsímil de la de Martino: abúlica, insegura, predecible, sin juego. Y ahora posiblemente sea también un poco más defensiva. De los cinco equipos de arriba, es el que menos goles convirtió. Y seguro el que menos situaciones creó. Bauza, que frente a Venezuela (el último) puso un solo delantero, anunció tres ante Perú. Y lo hizo, pero Argentina remató tres veces al arco, una de ellas de tiro libre y otra tras un córner. Messi no estuvo en los primeros cuatro juegos por lesión, al volver encontró a Argentina sexta, logró tres victorias seguidas y la dejó puntera de la Eliminatoria. Ahora faltó dos fechas y se la devuelven quinta… Sin Leo, Argentina quizá tendría ocho puntos, tal vez nueve. Su camino al Mundial -si llega- será todo de espinas. Y no es tanto lo mal que juega, sino lo feo. Es inmirable Argentina. Pese a todo, tenía el partido ganado en Perú. Se lo igualan por esa enfermedad nacional (y de Mascherano en particular) que es el pase atrás, siempre hacia atrás… No mereció empatar ni con Venezuela ni con Perú.
Del Brasil dudoso y vulnerable de Dunga se pasó al arrasador e invicto de Tite. Todos los jugadores levantaron, están confiados, quieren jugar fútbol, se advierte una buena atmósfera en la canarinha.
Ecuador volvió a otra gran actuación, como en las primeras cuatro jornadas, donde hizo puntaje perfecto y fútbol de categoría. Borró a Chile con un 3-0 que le miente al desarrollo del juego. Era para goleada histórica. Quinteros debió hacer una renovación de urgencia, se le habían caído algunas individualidades. Puso cuatro nuevos y respondieron, el conjunto reaccionó. Si perdía, posiblemente era el último partido de Quinteros.
“El bicampeón es un desastre”, tituló en portada La Tercera, el diario de mayor tirada del país de Neruda. Hay gran preocupación en Chile. Recibió un sonoro cachetazo en Quito, se lo vio perdido, quedó con 11 puntos y miles de dudas. Y con saldo de goles negativo… Rusia ya le parece demasiado lejos, aunque si vence a Perú se acerca otra vez. “El peor arranque de Eliminatoria desde la Eliminatoria de 2002 con Pedro García como entrenador, cuando Chile quedó eliminado”, señala con inquietud la prensa chilena. “Poca humildad y disputas internas: los motivos que tendrían a la Roja en picada en las clasificatorias” dice El Mercurio. El cacique Arturo Vidal anticipa que la Roja se jugará una final el martes ante Perú. Juan Antonio Pizzi comienza a ser cuestionado severamente pese a haber ganado la Copa América. El DT asumió en enero; desde entonces disputó 5 partidos eliminatorios, ganó uno y perdió 3, con un 26,66% de rendimiento. Bajísimo. Lo peor es cómo ha variado la situación: Chile tuvo un inicio en este Premundial bajo la batuta de Sampaoli: venció 2-0 a Brasil y 4-3 a Perú en Lima. Pero se fue Don Sampa y el juego del equipo se vino abajo rápidamente. Igual, si vence a Perú se puede prender de nuevo.
Los 8 puntitos de Perú no reflejan el interesante trabajo de Gareca en esa selección, a la que ha tenido que dar una identidad de juego y cambiar un tendal de jugadores. Gareca ha decidido que la selección está por encima de los nombres y que el compromiso y la disciplina no se negocian. Por eso cortó con varios viejos referentes y empezó de cero, con lo que ello significa en un medio que no produce muchos talentos. Se paga un precio deportivo, pero el hincha lo apoya a rajatabla. Y el empate ante Argentina, que pudo ser triunfo, consolidó ese respaldo.
Dieciséis goles dejó la novena fecha de la Eliminatoria. Uno valió por los quince restantes: el de Cardona a Paraguay. Si se hubiera hecho en un entrenamiento diríamos que fue porque los jugadores estaban chacoteando. Y de haberse marcado hace cincuenta años todavía sería recordado, por ese valor agregado que confiere la nostalgia. Pero ocurrió el jueves y en un partido de verdad: es el gol de Edwin Cardona. Una maravilla técnica, una oda futbolística que además sirvió para desbloquear un partido cerrado, para vulnerar una defensa tenaz y alcanzar una victoria que ya nadie imaginaba. Iban 90 minutos y moneditas… Yerry Mina dio un pase perfecto a la cabeza de Cardona, que tocó de primera con el parietal a Bacca como quien está jugando al Coca Cola. Bacca, cayendo, se la devolvió precisa (primera pared), Cardona encaró entre tres paraguayos y buscó con clase a Bacca de nuevo, que otra vez la regresó al milímetro, ya en profundidad al área. Sólo con el arquero enfrente, Cardona sacó toda la chapa de crack y la pinchó de zurda ante la salida desesperada de Barreto. La bola entró pidiendo permiso, como entran los goles artísticos.
La foto de esa conquista hay que ponerla en un cuadrito y mirarla todos los días antes del desayuno. Es un Botero, una cumbre futbolística por la osadía de intentarla, la brillantez de la ejecución y en especial por el momento, con los corazones ya exhaustos y las mentes obnubiladas por el esfuerzo y la tensión de la lucha. Es un gol de patio de colegio, pero concebido en un marco de alta competencia, con un grado de dificultad mayúsculo.
Otra pintura maestra fue el golazo de Paolo Guerrero a Argentina. Magnífico control de pecho dentro del área, con la marca encima, la pierna izquierda bien afirmada para aguantar la carga del zaguero y definición implacable con derecha, seco y abajo. Igual que con el de Cardona, si ese golazo lo hubieran hecho Sotil o Cubillas en los ’60, aún se hablaría en los bares y cafés de Lima.
(*) Columnista de International Press desde 2002. Ex jefe de redacción de la revista El Gráfico.
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