Escuchan, hacen compañía, arman muebles y dan consejos sobre el amor y el trabajo
1.000 yenes (9 dólares) por hora. Eso cuesta alquilar a un hombre de mediana edad en Tokio para un amplio rango de actividades solicitadas por clientes de todo tipo: desde ancianas que necesitan que un hombre les ensamble un mueble hasta tipos que buscan un compinche para ir a un club nocturno.
El servicio ofrece a hombres desde 30 años hasta sexagenarios y cada vez es más popular, según el sitio Japan Crush, que recoge un artículo escrito por un periodista de Sankei Shimbun.
El cliente tiene hasta 60 hombres para escoger a través de un sitio web (ossanrental.thebase.in/). Una vez que paga con una tarjeta de crédito acuerda dónde encontrarse personalmente con el elegido.
La mayoría de los clientes de este servicio solo buscan a una persona para conversar mientras toman té. Otros quieren a alguien que los acompañe a sitios donde no desean ir solos (como un maid café).
Eso fue justamente lo que hizo el autor de la nota: elegir a un hombre de 38 años llamado Masahiro para que lo acompañe a un maid café en Akihabara.
Masahiro se promociona más o menos así: «Me encanta caminar, comer y beber. Conozco un montón de lugares escondidos o pocos conocidos. Tengo experiencia con restaurantes, prostíbulos, vida nocturna. Si eres alguien que quiere tener más confianza en sí mismo, entonces te voy a ayudar en todo lo que pueda”.
El periodista se encontró con Masahiro un sábado y fueron juntos a un maid café. Ambos iban por primera a uno de estos establecimientos. Estuvieron juntos durante poco más de una hora charlando. El hombre de prensa le pagó a Masahiro los 1.000 yenes por su servicio, 500 (4,5 dólares) más por los gastos de viaje hasta Akihabara y el té que consumieron.
El autor de la nota le preguntó al hombre por su trabajo. Este contó algunas cosas: comenzó a “alquilarse” en noviembre del año pasado y ha atendido a diez personas: siete mujeres y tres hombres.
¿Qué clases de personas utilizan este servicio de alquiler? A Masahiro le ha tocado, por ejemplo, una chica veinteañera que buscaba un consejo sobre su futuro laboral. Ella había renunciado a su empleo en un banco en su tierra natal, donde había trabajado durante varios años, y se había mudado sola a Tokio, para disgusto de sus padres.
Otra clienta: un ama de casa de treinta y tantos años que necesitaba desahogarse porque había descubierto que su marido tenía la tarjeta de visita de un prostíbulo.
Un estudiante universitario lo contrató por este motivo: “Quiero que me enseñes a tener seguridad en mí mismo. Tengo ansiedad social y me falta confianza en mí mismo».
Masahiro asegura que ha sido de gran ayuda a sus clientes y que ha recibido mensajes de agradecimientos de ellos y críticas positivas. “Me hace muy feliz poder serle útil a alguien”, dice.
Paradójicamente, su vida personal no es como para llenar el cielo de fuegos artificiales. Se divorció hace poco de su esposa porque quería recuperar su libertad y dice que no le gustan las relaciones profundas con la gente. Tiene una hija de cuatro años.
«Simplemente no soy bueno para las relaciones profundas, básicamente preferiría no tenerlas. Yo prefiero relaciones sin obstáculos ni obligaciones», subraya.
El periodista, mientras lo escucha, piensa si no sería mejor que Masahiro se centrara en las personas cercanas a él, como su hija, en vez de dedicar su tiempo a los problemas de completos extraños.
TODO NACIÓ EN UN TREN
El responsable del sitio se llama Takanobu Nishimoto. Lo inició hace cuatro años. La idea nació por azar, tras escuchar en un tren a un grupo de chicas de secundaria que se quejaban de los hombres mayores que andan sermoneando y tienen apariencia desagradable. Nishimoto decidió, entonces, crear un servicio que mostrara las cosas buenas de los hombres maduros.
Ahora bien, para ser miembro de su sitio hay que pagar una matrícula de 10.000 yenes (90 dólares) y una cuota mensual de suscripción por la misma cantidad. Es decir, en un año hay que desembolsar 130.000 yenes (1.170 dólares). Como apunta el periodista, eso significa que en realidad los hombres que se involucran en el servicio no lo hacen por dinero. ¿Lo hacen para ayudar a gente que necesita compañía y ser escuchada? ¿O son personas que necesitan ser necesitadas (algo así como: me necesitan, luego existo)?
Este año el sitio ha recibido alrededor de 900 solicitudes, y su dueño asegura que el número de usuarios está subiendo. Dice que solo ha tenido tres quejas, una de ellas de un cliente que se quejó de la impuntualidad de su “hombre de alquiler”.
Nishimoto explica que entre el 70 y 80 % de sus clientes son mujeres, por lo general treintañeras, casi llegando a los cuarenta, que desean hablar sobre el amor y las relaciones personales.
«Mucha gente solo quiere que la escuchen. Como no sabe nada de la otra persona (el hombre que alquilan), eso a veces hace que sea más fácil hablar».
Nishimoto tiene un negocio que mayormente consiste en escuchar a la gente, pero por dedicarse tanto a su trabajo apenas tiene tiempo para su vida personal. A pesar de que el empresario tiene una esposa y una hija pequeña, casi no come en su casa.
Por lo que cuenta, esa situación no va cambiar, al menos no en el corto plazo, pues el hombre tiene previsto expandir su servicio a todo el país. No solo la gente en Tokio necesita ser escuchada. (International Press)
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Seguramente su hija terminara pagando para que la escuchen…..
Que sociedad tan paradisiaca !!
yo contrataria uno para que me ayude con mi table, jajaj
Cada loco con su tema