Comercializó las primeras televisiones y radios en el Japón del siglo XX
Teresa Cambril / EFE
El histórico fabricante de electrónica nipón Sharp, creador del lápiz portaminas y que comercializó las primeras televisiones y radios en el Japón del siglo XX, ha pasado a manos taiwanesas tras una larga decadencia y con una situación financiera delicada.
La adquisición del 66 por ciento de Sharp por parte de la firma de Taipei, la capital de Taiwán, Hon Hai quedó sellada el sábado en un acto muy simbólico en la ciudad japonesa de Osaka (centro), donde el centenario fabricante nipón tiene su sede.
Es la primera gran compra de una compañía nipona por otra extranjera y ha supuesto una conmoción para la sociedad del país asiático, que desde hace más de cien años consume los productos de este fabricante.
La venta de Sharp, que inició su declive hace una década al hacer una apuesta billonaria por el negocio de las pantallas de cristal líquido, representa el caso más extremo de la decadencia que sufre el sector electrónico nipón desde hace años.
Además de Sharp, otras compañías japonesas de esta industria como Sony o Toshiba atraviesan serias dificultades financieras en la actualidad y han perdido terreno frente a la competencia de otras firmas asiáticas más innovadoras, especialmente las surcoreanas.
En el caso concreto de Sharp, los expertos señalan que su potente inversión en la fabricación de las pantallas de cristal líquido prácticamente arruinó a la firma, que se vio obligada a solicitar dos rescates bancarios en 2012.
Sin embargo, antes de embarcarse en este periodo de crisis que pretende cerrarse con la compra por parte de la firma taiwanesa Hon Hai, en negociaciones con Sharp desde 2012, la compañía surtió de productos electrónicos a los hogares y empresas japonesas durante buena parte del siglo pasado.
El portaminas, su primer gran producto, revolucionó la manera de escribir del mundo en 1915 y de aquel invento, ideado por el fundador de la empresa Tokuji Hayakawa y bautizado como «Ever-Ready Sharp Pencil», la firma tomó su nombre: Sharp.
El lápiz, que empleaba una pieza de plomo central reemplazable que le permitía estar siempre afilado, no tuvo en un principio muy buena acogida en Japón, aunque sí en Europa y Estados Unidos y posteriormente se hizo popular también en el archipiélago nipón.
La primera gran crisis de Sharp vino poco después provocada por el terremoto de Kanto, un seísmo que en 1923 arrasó Tokio y las instalaciones de la compañía en la capital nipona. Fue entonces cuando se trasladó su sede a Osaka, ciudad en la que continúa establecida.
Allí desarrollaron los transistores, las televisiones y otros productos que se colaron en los hogares de los japoneses después de la Segunda Guerra Mundial y que convirtieron a la marca en una de las más icónicas del imaginario nipón.
De hecho, Sharp fue la primera empresa japonesa en producir en cadena aparatos de televisión en el año 1953, con su histórico modelo TV3-14T, además de otros electrodomésticos como frigoríficos o microondas.
Esta firma junto a otras compañías del sector electrónico y los fabricantes de automóviles, con Toyota al frente, fueron las que tiraron de la maltrecha economía japonesa de la posguerra y contribuyeron al posterior «milagro japonés» económico.
En los últimos años, la compañía de Hayakawa desarrolló una amplia gama de productos electrónicos como teléfonos móviles, sistemas de sonido «Home cinema», faxes o impresoras láser.
Sin embargo, su mala situación económica durante el último lustro, provocada por las fuertes pérdidas de su rama de pantallas de cristal líquido (LCD), le llevó a poner en marcha un agresivo programa de reestructuración en 2012 que incluyó el recorte de miles de puestos de trabajo.
La firma de la compra de más de la mitad de la compañía por parte de Hon Hai abre una nueva etapa para Sharp, que con la entrada de capital extranjero pierde parte de su identidad japonesa pero sanea sus cuentas.
Me entristece leer esto la verdad