Gran lección de vida de un japonés a su hija sobre el consumo de alcohol

En vez de sobreprotegerla, le enseñó a cuidar de sí misma


Cerveza

¿Cómo debe manejar un padre el consumo de alcohol por parte de su menor hijo? ¿Qué tanto sirven las prohibiciones o restricciones? A través de Twitter se ha difundido ampliamente la historia de un padre en Japón que decidió seguir un camino heterodoxo y darle a su hija una valiosa lección de vida que hasta hoy ella aprecia.

El singular relato, publicado en @kyusyugirl1, es reproducido por el sitio RocketNews24:


«Cuando era más joven yo era un poco rebelde. Me juntaba con algunos chicos ‘malos’ e hice algunas cosas estúpidas, pero nada que pudiera meterme en problemas. Cuando llegué a la edad de beber, creo que mis padres estaban preocupados por mí, pero no sabían qué hacer. Ellos sabían que no importaba lo que dijeran, yo acabaría haciendo lo que quisiera de todos modos, así que estaban atrapados”.

Hasta que un día su papá le dijo:

«Hey, Reiko, ¡vamos a beber juntos alguna vez! Te llevaré a donde quieras y podrás pedir lo que quieras. Podemos ir a algunos lugares elegantes, ¡va a ser genial!”.


¿Qué dijo ella?

“Como probablemente cualquier joven invitado a beber con su papá se sentiría, yo realmente no quería. Pero, al mismo tiempo, en ese entonces yo estaba interesada en ver cómo era la vida nocturna. Yo a duras penas había conseguido probarla”, dice.


“Así, salimos solo mi papá y yo. Una vez que estuvimos en la ciudad, dijo esto: ‘¡Muy bien! Bebe todo lo que quieras, Reiko. Bebe hasta que no puedas más. No te preocupes, yo me aseguraré de que lleguemos a casa. ¡Siéntete libre para perder la cabeza!’”, continúa.

“Se sentía realmente raro que mi papá me dijera ‘bebe todo lo que quieras’. ¿No se enojaría mamá si yo llegaba a casa borracha? Pero no me preocupa demasiado. Ya había llegado hasta aquí, y papá dijo que me invitaba lo que quisiera, así que decidí aprovechar al máximo la oportunidad”.

Primero fueron a un restaurante de carne a la parrilla, y de ahí a un club nocturno, donde ella bebió algunos tragos.

Y por eso te doy las gracias, papá. A causa de lo que hiciste, nunca me pasé de mi ‘límite’. Nunca he tenido ningún problema con el alcohol.

“Tercera parada: un sushi bar. El chef era agradable y había una pizca de celos en su voz cuando hablaba con mi padre. Él decía que para los padres salir con sus hijos como estaba haciendo papá conmigo era un sueño hecho realidad. Mi padre estaba muy emocionado y me animó a seguir comiendo y bebiendo, ya que esta era una oportunidad única para los dos de estar fuera”.

Ahí no acabó el recorrido.

“Cuarta parada: un pub. No recuerdo mucho. Realmente no me acuerdo de lo que bebí… de lo que hablamos…”.

Siguieron…

“Quinta parada: un snack bar. No recuerdo nada. Bastante segura de que acabé desplomándome sobre el mostrador”.

Ahí sí acabó.

“Después de eso, papá llamó a un taxi y me llevó a casa. Recuerdo haber recuperado brevemente la conciencia durante ese tiempo: ‘Lo siento, papá. Estoy un poco borracha’. ‘Está bien. Sigue durmiendo’”.

A la mañana siguiente…

“Cuando me desperté en la cama me sentía horrible. No sólo por la resaca, sino también por la vergüenza de haber bebido tanto la noche anterior frente a mi papá. No quería enfrentarme a él después de haberme mostrado borracha”.

Cuando se levantó, no encontró a su papá. Había salido. Su mamá le entregó una nota escrita por su papá, que decía:

«A Reiko. Ayer por la noche fue muy divertido. Deberíamos hacerlo de nuevo en algún momento. Además, Reiko, ¿sabes lo mucho que bebiste anoche para estar en ese estado grogui? Tomaste dos cervezas y cinco chuhai (bebida alcohólica). Ese es tu ‘límite’. Así que a partir de ahora, cuando vayas a beber con amigos, asegúrate de parar antes de llegar a ese límite. En el mundo hay algunas personas malas, y algunas de ellas pueden querer aprovecharse de ti. Yo no puedo estar a tu lado para protegerte, así que por eso lo hicimos, para que puedas conocer tu propio límite y protegerte. Sé que puedes hacerlo. Con cariño, papá.»

“Me puse a tomar mi desayuno entre lágrimas”, recuerda la mujer.

“Mamá me dijo que ella y papá se habían preocupado durante mucho tiempo sobre la mejor manera de decirme todo esto. En lugar de prohibirme hacer cosas que sabían que yo haría de todos modos, papá decidió enseñarme a cuidar de mí misma”.

Gran lección para ella.

“Y por eso te doy las gracias, papá. A causa de lo que hiciste, nunca me pasé de mi ‘límite’. Nunca he tenido ningún problema con el alcohol. Me divertí mucho bebiendo con amigos y nunca salí lastimada, gracias a lo que me enseñaste”.

El papá de Reiko es ahora un anciano que pasa el día en su jardín, cultivando verduras para su hija y sus nietos. (International Press)

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