Cuidado con la neofobia infantil, que es el rechazo a tomar alimentos nuevos.
Paciencia y perseverancia son los pilares fundamentales para conseguir que el niño reconozca los alimentos, los acepte, los pruebe, le gusten y consigamos nuestro objetivo: que se los acabe comiendo.
El responsable del Grupo de Nutrición y problemas gastrointestinales de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (Sepeap), Cristóbal Coronel, explica que muchas madres piensan que en la época preescolar sus hijos deben comer tanto o más que un adulto porque además tienen que crecer.
El pediatra señala que lo importante es “comprobar que el niño esté sano porque en la edad preescolar no crece de una forma tan rápida como cuando es lactante”.
Para algunos niños el problema puede ser la fruta o la verdura, para otros algún tipo de pescado. Sea cual sea el alimento al que hagamos referencia, muchas veces los pequeños son los más vulnerables a la neofobia o el rechazo a tomar alimentos nuevos.
La neofobia suele aparecer con la introducción de la alimentación complementaria en la etapa preescolar. El doctor Coronel indica que “los niños rechazan comer cosas nuevas porque no las tienen aún asimiladas”.
La neofobia suele aparecer con la introducción de la alimentación complementaria en la etapa preescolar.
Hay que ser conscientes de que la aceptación de un nuevo alimento puede suponer hasta diez o quince intentos frustrados, pero los padres no pueden tirar la toalla.
El estudio Alsalma, desarrollado por Danone Nutricia, muestra que la ingesta media de proteínas en niños de entre 1 y 3 años era cuatro veces superior a la recomendada. “Este exceso de proteínas supone mayor riesgo de desarrollar en el futuro obesidad o enfermedades cardiovasculares”, sostiene el doctor.
Cristóbal Coronel explica que mucha culpa de esta situación la tienen frases como “déjate la verdura y cómete la carne o déjate el pan y cómete la hamburguesa”.
Esta mentalidad viene derivada de “la época de las abuelas y es algo que va a ser muy difícil cambiar a corto plazo”. Antiguamente, las proteínas eran lo más caro y complicado de conseguir, mientras que ahora se piensa que es lo mejor que se puede ofrecer a los hijos.
El especialista insiste en que una alimentación variada no es aquella que se basa en más carne, más pescado, más huevos o más leche. “Ahora hay que introducir más fruta y verdura, que era lo que comían nuestros abuelos y bisabuelos”, recomienda.
Una sugerencia del pediatra es enmascarar un poco el alimento para que el niño lo vaya aceptando poco a poco.
TRUCOS PARA QUE EL CHICO COMA DE TODO
Para conseguir que los niños coman de todo hay que introducir las cantidades de la novedad gastronómica de forma progresiva.
“Cuando un alimento es rechazado hay que eliminarlo y volver a intentar que lo tome a los dos o tres días siguientes o quizás en la semana próxima”, recomienda el doctor.
Una sugerencia del pediatra es enmascarar un poco el alimento para que el niño lo vaya aceptando poco a poco. Con este término no se refiere a que haya que intentar distraer al pequeño, engañarlo o edulcorar el alimento “con azúcar o leche condensada, sino que se puede presentar el alimento de una forma más atractiva”.
También está la opción de esperar a que el niño tenga más apetito para volver a intentarlo. Hay que entender que en algunas ocasiones el pequeño “puede estar malito, resfriado o inapetente”.
Los errores más comunes que deben subsanar los padres son los siguientes:
No forzar: Hay que evitar un conflicto de oposición porque si el niño identifica que a través de esa llamada de atención conseguirá que su madre esté más tiempo con él, le dará igual que le riñas o le grites.
No premiar: El menor pensará que si actúa de determinada manera, su madre siempre le va a premiar. Si no le premia, ya no lo volverá a hacer.
No hacer comidas “a la carta”: Es muy importante que coma en familia y tome los mismos alimentos que los demás.
Evitar el televisor, los móviles o videoconsolas a su alrededor: Muchas veces los niños se sientan a jugar y no son conscientes de que están comiendo.
De igual forma que se le enseña al niño a lavarse las manos, a cepillarse los dientes… también hay que enseñarles a comer.
Se ha pasado de la mentalidad de “si el niño no comerá hoy ya comerá mañana”, a mimarles y protegerlos en exceso.
La comida es un elemento más que forma parte de la vida diaria. De igual forma que se le enseña al niño a lavarse las manos, a cepillarse los dientes, a recoger sus juguetes o usar los cubiertos, también hay que enseñarles a comer.
En definitiva, lo que se ve se aprende y “los padres en muchas ocasiones se vuelven más temerosos que los hijos, prejuzgan ya el propio rechazo”.
La clave está en esperar un tiempo prudencial para volver a intentar introducir en la dieta del niño ese alimento que rechaza. “Los niños normalmente no son rencorosos, a veces ni se acuerdan. Hay que hacer cada intento como si fuera el primero”. EFE
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