El arquitecto catalán es reverenciado casi como una deidad en Japón
Andrés Sánchez Braun / EFE
Aproximarse a Gaudí en todas sus dimensiones y lejos del eslogan turístico es la premisa de una muestra inaugurada el viernes en Tokio y en la que el autor de manga Takehiko Inoue se sumerge a través de sus impactantes dibujos en la mirada del universal arquitecto.
Bajo el título «Takehiko Inoue interpreta el universo de Gaudí», la exposición, que acoge hasta el 7 de septiembre el Museo Mori de la capital nipona, es un exhaustivo recorrido por la vida y obra del genio catalán a través de modelos a escala, bosquejos o fotos.
Desde maquetas de La Pedrera o planos originales de la Casa Batlló hasta bocetos iniciales de la Sagrada Familia o los muebles y percheros que diseñó para la Casa Calvet, la exhibición despliega unos fondos documentales con una dimensión inédita en Japón, país donde la figura de Gaudí es reverenciada casi como una deidad.
La muestra, que rotará por otros museos de Japón, supone además el colofón para los fastos en el país asiático del año dual España-Japón, que conmemora 400 años de relaciones bilaterales.
En ella, las poderosas viñetas de Inoue (Okuchi, 1967) son las responsables de hilar los tres capítulos en los que está dividida -infancia y juventud, consolidación como arquitecto de renombre y madurez- y acercan al espectador a su fascinante mundo.
Este relato que ha elaborado en acuarela el autor de los aplaudidos mangas «Slam dunk» o «Vagabond» arranca mostrando a un Gaudí niño, que, excluido a causa de sus problemas de salud, desarrolla una intensa fascinación por la naturaleza.
Así, Tonet, como le llamaban cariñosamente, comienza a retratar aquello que le rodea, desde una piña a un cardo borriquero, y con su mirada busca capturar los misterios elementales que se ocultan tras sus caprichosas formas.
«Creo que Gaudí recibió una fuerte influencia de la naturaleza y estaba buscando respuestas en ella. Esto es algo muy japonés», explicó a Efe Inoue, en referencia a la poderosa conexión del pueblo nipón con el medio natural, algo que queda patente por ejemplo en el sintoísmo, la religión autóctona del archipiélago.
«Creo que lo más difícil ha sido buscar al Gaudí que está detrás del muro de clichés que se han creado en torno a su figura», añadió el dibujante, que ya se aproximó a la vida del arquitecto nacido en 1852 en su manga «Pepita» (editado en castellano por Planeta de Agostini).
«Pensé que sería difícil que Inoue se aproximara de verdad al universo polifacético de Gaudí. Pero él ha sido como una esponja», explicó Jaume Sanmartí, director de la cátedra Gaudí de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, la cual ha cedido buena parte de los valiosos materiales que componen la muestra.
«Mi obsesión ha sido que huyera de los tópicos, del Gaudí entendido como parque temático, y creo que el resultado es excelente. Nunca se ha hecho una exposición así», afirmó el catedrático.
«Por ejemplo, en el retrato que ha hecho de los últimos días de Gaudí ves un hombre mayor con una mirada que tiene más de místico que de pobre. Una mirada -la de un hombre que está en otro mundo, que ya no es el arquitecto vigoroso de antes- cuya profundidad solo sabe captar un artista como Inoue», sentenció Sanmartí.
Es así como el dibujante cierra la muestra, con un Gaudí que, a la sombra de una Sagrada Familia que se alza imponente como una nebulosa celestial, sigue escrutando obsesivamente su creación inacabada en busca de las claves que rigen el universo.
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