Tepco atribuye incidente a error humano
Andrés Sánchez Braun / EFE
La central nuclear de Fukushima registró el jueves una nueva fuga de agua muy contaminada, lo que pone de relieve los desafíos que aún persisten en la planta para contener la situación casi tres años después del estallido de la crisis atómica.
La operadora de la planta, Tokyo Electric Power (TEPCO), informó de que la fuga fue de unas 100 toneladas y se produjo en uno de los cerca de 1.000 tanques usados en las instalaciones para almacenar el líquido que refrigera los reactores, que se contamina al entrar en contacto con los núcleos fundidos.
El nivel de radiación del agua es muy alto, ya que contiene unos 230 millones de becquereles por litro de sustancias emisoras de rayos beta (principalmente estroncio 90), lo que supone el más elevado en lo que respecta a las fugas que han registrado hasta ahora estos tanques.
La concentración de isótopos radiactivos está además unos 7,6 millones de veces por encima del estándar máximo para verter agua contaminada al mar que permite la ley nipona.
No obstante, representantes de TEPCO, que es también propietaria de la central, consideran que es muy improbable que el agua haya llegado al océano, ya que en la zona donde se ha producido la filtración no existen acequias de desagüe.
Un trabajador de la central, golpeada por el terremoto y tsunami del 11 de marzo de 2011, percibió el vertido de agua a última hora del miércoles, que no se logró detener hasta más de seis horas después.
El agua comenzó a salir desde la parte superior del tanque y fluyó a través de un canalón que hay acoplado al contenedor para evitar que se acumule agua de lluvia en su cubierta.
De este modo, alcanzó la zona que hay más allá de unas barreras de unos 30 centímetros de altura construidas para evitar que las fugas de los tanques puedan propagarse.
La filtración se produjo nuevamente en uno de los depósitos que se construyeron rápidamente tras el estallido de la crisis nuclear en 2011 para almacenar el agua que enfría los reactores accidentados.
Tanque como éstos, ensamblados con resina y fijaciones metálicas en vez de soldadura, sufrieron en verano fugas muy graves, una de las cuales obligó al Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) a catalogar como «serio» el incidente, al que calificó en el nivel 3 de la escala internacional de sucesos atómicos.
No obstante, TEPCO asegura que el vertido responde esta vez a un error humano, como ya ha sucedido en otras ocasiones, pues aparentemente se envió agua radiactiva a través de la red de tuberías a este contenedor de manera errónea por estar abiertas unas válvulas que deberían haber estado cerradas.
Esto provocó que el recipiente se desbordase.
El fallo cobra aún más gravedad porque nueve horas antes de observarse el vertido se activó una alarma advirtiendo de la subida del nivel del agua.
Los técnicos de la central realizaron varias inspecciones, pero fueron incapaces de detectar el problema y concluyeron que el dispositivo de alerta podía ser incorrecto.
En una rueda de prensa, el portavoz de TEPCO, Masayuki Ono, pidió disculpas por el incidente y explicó que la eléctrica trabaja ya para mejorar el sistema de válvulas y modificar el trazado de los canalones para que no puedan canalizarse nuevos vertidos.
El gobernador de la prefectura de Fukushima, Yuhei Sato, se mostró indignado por el suceso en declaraciones recogidas por la cadena pública NHK y consideró que no deberían «volver a producirse jamás, ya que TEPCO debería tomar ahora todas las medidas para que así sea».
Desde los incidentes del pasado verano, la eléctrica ha redoblado esfuerzos para prevenir las fugas de agua mediante la construcción de tanques más sólidos, la instalación de más dispositivos para controlar el nivel del líquido y aumentando el número de patrullas que realizan los técnicos de la planta.
Además ha potenciado el funcionamiento de sus sistemas para eliminar del agua la mayor parte de los isótopos radiactivos (aunque no el estroncio, que tiene a acumularse en los huesos y que se cree que puede provocar cáncer óseo y leucemia).
Sin embargo, este último incidente muestra lo complejo de la situación y los problemas que TEPCO sigue aún padeciendo -casi tres años después del estallido de la crisis- para evitar fallos técnicos y humanos en la gestión de las enormes cantidades de agua radiactiva que se acumulan en la planta.
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