Luis Suárez enamora a Inglarerra. Por Jorge Barraza

Jorge Barraza

Por Jorge Barraza*

Liverpool acaba de renovar a Luis Suárez por 4 años. El sensacional atacante uruguayo percibirá la bonita suma de 238.000 euros semanales; unos 310 dólares cada siete días. Eso a cambio de goles, de ilusionar a una de las hinchadas más grandes de Inglaterra, de luchar cada pelota como el obrero pelea su pan, de contagiar su entusiasmo a todo el equipo, de hacer que cada partido en Anfield sea una fiesta que todos los liverpoolianos rojos quieren vivir.


En sentido contrario a lo que hace el Barcelona con Messi, Liverpool FC cuida a Suárez, lo pone bajo un paraguas cuando llueven las ofertas por él, le duplica el contrato, lo protege de las críticas, trata de tenerlo feliz. Porque no todo es dinero. Luisito hace su parte: a un equipo de media tabla lo pone puntero con su metralla de goles, su entusiasmo, su energía interior, su fabulosa mentalidad ganadora. Es capaz de sacarlo campeón él solo.

Sin apartarse de las normas del Fair Play, tan severas en Inglaterra, acatando los dictámenes de la Premier League, Liverpool tuvo que hacer equilibrismo cuando las reiteradas sanciones a Suárez por indisciplinas diversas. Dentro del campo de juego, eso sí; afuera es irreprochable, de ahí el impresionante estado físico y mental que luce cada vez que entra al rectángulo. Pero siempre puso la directiva del Liverpool el máximo celo en respaldar a su caballo ganador. Sabía que, controlando un poco sus bríos, tenía un ejemplar excepcional. Toda Inglaterra clamaba que lo echaran de la Liga; Liverpool lo respaldó. Ahora lo admiran en todas las canchas.

Suárez arrancó esta temporada liguera en la sexta fecha pues aún le quedaban 5 partidos de suspensión del torneo anterior. Igual, es lejos el líder de la tabla de goleo: lleva 19 en 13 jornadas. Y el Liverpool vive esperanzado en el título, que hará 24 años no consigue.


Desde luego, nadie gana solo. Es una figura. El fútbol es un juego de once. Pero a veces suele ser tan colosal la gravitación de un jugador que lleva a la expresión. Es el caso del ‘Pistolero’.

 

Luis Suárez

Los goles de Luis no son de un nueve que la empuja bajo el arco, tipo Mandzukic o Lewandowski. O como Cristinia, que es básicamente un finalizador. El uruguayo pendula en todo el frente de ataque, y tanto pelea una pelota perdida y la gana, como arma juego o saca un disparo desde fuera del área o clava un tiro libre o bien gana de cabeza en el área. Es completo. Su evolución ha sido fantástica. Ya no es apenas el potrillo bravo que las corre todas y guerrea con los defensores. Técnicamente muestra progresos notables. Su pegada es fecha tras fecha más precisa y mortífera. Sus compañeros lo buscan en cada jugada porque saben que, cuando él entra en juego, algo importante puede suceder.


Esto quedó reflejado como nunca el último jueves frente al Manchester City (ese día, en ausencia de Gerrard y Agger, capitán y sub, el técnico Brendan Rodgers le dio la cinta a Luis, para hacerlo sentir aún más importante). Pese a caer 2-1 de visita, Liverpool fue más que los “ciudadanos”. Y el ex Nacional fue la gran figura de la cancha, no por haber hecho red sino por haber gestado y liderado todo el juego ofensivo de su equipo. Hizo todo: desbordó por las puntas, sirvió el gol de Coutinho con un toque sutil, genial, preocupó con sus tiros libres, armó jugadas viniendo de atrás y fue una pesadilla para el fondo celeste.

El escocés Kenny Dalglish, el gran ídolo de los ‘Reds’ y primer entrenador de Suárez al llegar a Inglaterra, se compadeció de los defensas ingleses que deberán marcar al salteño en el Mundial, pues las selecciones Inglesa y Uruguaya comparten el Grupo D. “Cuando se realizó el sorteo de la Copa del Mundo imaginé que habría unos cuantos defensores ingleses pensando: ‘Oh no, tengo que jugar contra él de nuevo. Ya es bastante malo tener que enfrentarlo dos veces por año’”. Es cierto: ¿quién quiere enfrentar a Suárez…?


Mourinho no, por ejemplo. El portugués, irónicamente, pidió que Suárez sufra “una pequeña lesión” que le impida estar en el gran partido de esta tarde frente al Chelsea. Sabe que rivalizar con un jugador así, auténticamente indomable, inmarcable, reduce sus posibilidades de triunfo.

“Esa pelota larga que parece perdida, que se está yendo por la banda, él la lucha, la mete dentro del campo y hace que termine en gol. Es el símbolo de la garra charrúa”, dice Ruben Sosa, el Principito, otro grande del fútbol oriental.  Aunque su especialidad es la del ‘Llanero Solitario’ -torear a los cuatro de la defensa rival-, ha aprendido también a jugar en bloque, a llegar tocando, con tres y cuatro compañeros atacando. Y, quizás lo más importante de todo, es lo que transmite a sus compañeros y al público, el contagio de que todo partido se puede ganar.

En un gran año, Suárez puede terciar por el Balón de Oro. Tranquilamente. Sucede que, como acontece con Rooney (otro fenómeno), no es un jugador con prensa. Pero si puede ganarlo Ribery, ¿por qué no Suárez?

Uruguay, como Liverpool, también se ilusiona por él. La gran resurrección Celeste en la Eliminatoria lo tuvo como protagonista central. A Perú en Lima le ganó él. El de Tabárez es un equipo compacto, está bien parado, con gran balance en las tres líneas. Y tiene a Suárez. Ojo con ellos…

(*) Columnista de International Press desde 2002. Ex jefe de redacción de la revista El Gráfico.


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