Cada vez disfrutan más de su soltería y de una vida sin complicaciones
La realidad que las cifras sobre las relaciones interpersonales revelan preocupa en Japón. El 61 % de los hombres y el 49 de las mujeres de 18 a 34 años no mantienen ningún tipo de relación sentimental. Uno de cada tres japoneses menores de 30 años jamás ha tenido pareja. Es el peligro que representa el llamado síndrome del celibato.
Si hombres y mujeres no se emparejan, ¿cómo neutralizar la crisis demográfica en Japón? Se calcula que la población en el país asiático –estimada en 126 millones de habitantes– se reduciría en un 30 % para 2060.
Otro dato inquietante: el año pasado, por primera vez, la venta de pañales para ancianos superó a la de pañales para bebés.
Kunio Kitamura, portavoz de la Asociación de Planificación Familiar, sostiene en entrevista con el diario The Guardian que la crisis es tan grave que la población japonesa puede llegar a extinguirse.
Entre los países desarrollados, Japón es uno de los peores en igualdad de género. Las mujeres usualmente tienen que optar entre la carrera o la familia. Alrededor del 70 % de mujeres renuncian al trabajo cuando dan a luz su primer hijo.
Eri Tomira tiene 32 años y trabaja en el departamento de recursos humanos de un banco francés. Ella ya eligió: su empleo. Elude las relaciones sentimentales para concentrar todas sus energías en un trabajo que adora. Eri le cuenta a The Guardian que hace tres años le pidieron matrimonio y que rechazó a su entonces novio cuando se dio cuenta de que a él no le gustaba mucho que ella trabajara.
Desde entonces le ha cerrado las puertas al amor, lo que no impide que a veces tenga encuentros sexuales de una noche con hombres que conoce en bares, algo que –dicho sea de paso– tampoco le interesa mucho, pues asegura que el sexo no es una prioridad en su vida.
El estancamiento económico también ha perjudicado la formación de familias en Japón. Crear una irroga muchos gastos que no todos pueden (o quieren) afrontar. Satoru Kishino tiene 31 años y no quiere casarse porque no gana mucho dinero. El sexo y el amor no son importantes, subraya.
Kishino, que trabaja como diseñador en una compañía de accesorios de moda, dice que aunque algunas de sus compañeras de trabajo son atractivas, él ha aprendido a vivir sin sexo. “Los enredos emocionales son muy complicados”, enfatiza.
Kishino, como Tomira, disfruta de su soltería.
Emi Kuwahata tiene 23 años y una vez a la semana sale a discotecas con un hombre 13 años mayor que ella. Eso es todo. Emi, que anhela convertirse en una diseñadora de moda, dice que no tiene tiempo para un novio formal.
Por su parte, Eri Asada, de 22, dice que la última vez que tuvo una cita fue hace tres años y que no está interesada en el amor. “No extraño tener novios ni el sexo”, le dice a The Guardian. El sexo casual no figura en su agenda porque –asegura– una mujer en Japón no puede tener una aventura sin ser juzgada.
Tomomi Yamaguchi, profesora de antropología, sostiene que antaño la soltería era percibida como un fracaso personal. Hoy, es una forma de vida cada vez más elegida.
Ai Aoyama, una exdominatrix de 52 años, actualmente se desempeña como consejera en materia sexual y puede decir mucho sobre la actitud de sus compatriotas ante el sexo.
A ella le preocupa el escaso interés de los japoneses por las relaciones sexuales. «No es saludable que las personas estén tan desconectadas unas de otras físicamente. El sexo con otra persona es una necesidad humana que produce una sensación de bienestar y ayuda a enfrentar de mejor manera la vida cotidiana», dice.
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