Es «un flagrante intento de impugnar los resultados de la Segunda Guerra Mundial”, dice
China convocó el viernes al embajador japonés en el país asiático para protestar formalmente por la visita de varios políticos japoneses, entre ellos un ministro, al polémico santuario de Yasukuni.
«El viceministro de Exteriores chino Liu Zhenmin ha emplazado al embajador japonés en China para presentar una protesta formal y una fuerte condena», indicó la portavoz de la cartera de Exteriores, Hua Chunying.
Después de que el primer ministro nipón, Shinzo Abe, enviara una ofrenda al santuario el jueves, el ministro japonés del Interior y Comunicación, Yoshitaka Shindo, también se acercó al polémico lugar -tradicional punto de fricción con China y Corea del Sur, que lo perciben como símbolo del imperialismo de Japón en Asia- con motivo del festival anual de otoño.
En opinión de China, la visita es «un flagrante intento de encubrir la historia de agresión militar japonesa y de impugnar los resultados de la Segunda Guerra Mundial así como el orden internacional de la posguerra», denunció la portavoz.
Hua advirtió a Japón de que «sólo afrontando honesta y seriamente su historia de agresión» podrá aprender las lecciones de la historia y abrir camino para mejorar sus relaciones con sus vecinos asiáticos.
China y Japón mantienen tensas relaciones desde que el año pasado Tokio nacionalizara tres islotes del archipiélago Senkaku/Diaoyu, reclamado por Pekín desde hace décadas.
La ocupación japonesa de China y otros países de Asia en los años 30 y 40 del siglo XX divide además a las dos potencias, ya que el gigante asiático considera que Japón, o al menos parte de su clase política y su sociedad, no muestra arrepentimiento por los crímenes de guerra cometidos en aquel periodo.
El santuario de Yasukuni rinde homenaje a todos los japoneses caídos en conflictos bélicos durante los siglos XIX y XX, entre ellos oficiales condenados por crímenes de guerra en la Segunda Guerra Mundial, por lo que las frecuentes visitas de altos cargos nipones al santuario suelen desatar protestas desde China y las dos Coreas. (EFE)