Analistas sostienen que poder adquisitivo de la población debe aumentar
Andrés Sánchez Braun / EFE
Japón registró en agosto su mejor dato inflacionario desde 2008, algo que refrenda en parte las medidas para terminar con la caída de precios del Gobierno, que sin embargo pidió cautela ante el peso que han tenido factores como la subida del petróleo.
El índice de precios al consumo (IPC) registró en Japón una subida del 0,8 por ciento interanual en el octavo mes de 2013.
No obstante, el dato de agosto responde en gran parte a la fuerte apreciación que han experimentado las importaciones japonesas, especialmente los combustibles fósiles, debido a la reciente subida del yen.
El Ministro de Revitalización Económica, Akira Amari, reconoció el peso que ha tenido el encarecimiento de los combustibles en el IPC y aseguró que es aún muy pronto para decir que el ciclo deflacionario ha terminado.
Aunque tampoco se dejó llevar por la euforia, el Ministerio del Interior y Comunicaciones destacó al presentar los datos que el margen de caída en los precios de determinados productos fue menos agudo en agosto.
También subrayó que los importes de productos de tipo audiovisual como televisores u ordenadores subieron (un 0,1 por ciento), algo que no sucedía desde enero de 1992 en este sector, afectado por una caída de precios generalizada.
Los analistas apuntan a la necesidad de que estos datos vengan acompañados de una subida salarial, que hasta ahora ha sido prácticamente imperceptible en Japón pese a los repetidos guiños del Gobierno al sector privado.
La mayoría de expertos cree que si la inflación no viene acompañada de mejores sueldos, el crecimiento económico que ha cosechado hasta ahora el Gabinete Abe será temporal e insostenible debido a la pérdida de poder adquisitivo a la que se enfrentaría la inmensa mayoría de familias japoneses.
Esta falta de incrementos salariales no supone además la única amenaza que encara en Japón el consumo -un pilar sobre el que se asienta casi el 60 por ciento de su PIB nacional- ya que se prevé que Abe apruebe finalmente la subida del IVA (del 5 por ciento actual al 8 por ciento) acordada por el Parlamento para abril.
El incremento del impuesto sobre el consumo se contempla como una medida fundamental para que Japón pueda cubrir los costes cada vez más elevados de la seguridad social y mejorar su disciplina fiscal.