Misión del Organismo Internacional de Energía Atómica realizará un análisis independiente
Un equipo de doce expertos del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), liderados por el español Juan Carlos Lentijo, inició el lunes en Japón una misión para evaluar los esfuerzos para desmantelar la central nuclear de Fukushima.
La visita, organizada por el Gobierno nipón, tendrá como objetivo revisar sobre el terreno los trabajos encaminados a desmantelar los reactores de la planta nuclear, una labor que actualmente está en marcha y que se estima puede durar hasta cuatro décadas.
«Queremos analizar y evaluar el plan de desmantelamiento desde el punto de vista de un agente independiente» al Gobierno nipón, detalló Lentijo durante la presentación en Tokio de la misión, en declaraciones recogidas por la agencia Kyodo.
Como parte de su agenda, el equipo de investigadores internacionales de la OIEA se reunirá los próximos 15 y 16 de abril con expertos de la agencia nuclear nipona y trabajadores de la operadora de la maltrecha central, Tokyo Electric Power (TEPCO).
«Durante las reuniones queremos hablar con los responsables y poder ofrecerles nuestro consejo», añadió Lentijo.
Más tarde, del 17 al 19 de abril, viajarán a la planta para comprobar el estado de los reactores, analizar el proceso de desmantelamiento y los sistemas de control de residuos.
En este sentido, TEPCO ha registrado en las últimas semanas varias filtraciones de agua radiactiva desde los tanques de depósito subterráneo de la planta, enterrados a 6 metros de profundidad y en los que la compañía almacena cerca de 13.000 metros cúbicos de agua contaminada que se utiliza para enfriar los reactores de la central.
Como culminación de su viaje, el 22 de abril, el equipo de la OEIA presentará ante los medios de comunicación los resultados preliminares de su visita, la primera de las dos misiones que el equipo tiene programado para analizar las labores de desmantelamiento de Fukushima.
Actualmente, más de dos años después de que se desatara la crisis nuclear, la peor desde Chernóbil en 1986, cerca de 3.500 empleados trabajan en la planta para poder retirar el combustible dañado y desmantelar las unidades afectadas. (EFE)
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