El nuevo incidente que involucra a un soldado estadounidense en el presunto allanamiento de una vivienda en Okinawa ha reavivado la ira entre los habitantes del archipiélago.
El viernes 2, el militar, borracho, entró en el apartamento de una mujer de 41 años y golpeó a su hijo, un niño de 13, según la policía.
El soldado resultó herido tras saltar desde la ventana de la vivienda, situada en un tercer piso. Luego fue conducido al hospital de una base estadounidense.
A mediados del mes pasado, dos militares de EE. UU. fueron acusados de violar a una mujer en Okinawa. El incidente motivó a Estados Unidos a decretar un toque de queda nocturno a toda su personal militar.
Mio Nakamura, integrante de la Asamblea Prefectural de Okinawa, subrayó –en declaraciones recogidas por Mainichi Shimbun– que cada vez que ocurre un incidente, como los arriba reseñados, los gobiernos de EE. UU. y Japón aseguran que van a tomar medidas para impedir que se repitan, sin embargo, estas “han demostrado ser inútiles”, y pidió que se revise el estatuto que regula la presencia de las tropas norteamericanas en Japón.
Por su parte, otro miembro de la asamblea, Yoshikazu Tamaki, aseguró que el toque de queda no ha tenido efecto y que “es imposible controlar el comportamiento de los soldados estadounidenses”.
“Mientras haya una base, los incidentes inevitablemente ocurrirán”, añadió. Para Tamaki, la solución es el cierre de las bases militares estadounidenses.
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