Por Jorge Barraza*
Un reciente estudio del diario La Tercera, de Santiago, revela que a pesar de sus últimos años de vacas flacas, Colo Colo mantiene intacto el liderazgo de popularidad en el fútbol chileno: el 42 por ciento de los hinchas pertenece al Cacique. La Universidad de Chile, de brillante actualidad, con los últimos tres títulos nacionales en serie y la Copa Sudamericana 2011, alcanzó el 30%. La ‘U’, dicen, se le acerca bastante a Colo Colo en la capital, pero el albo le saca mucha ventaja en el resto del país. Sin embargo, la Chile está en alza gracias a sus éxitos recientes. Bastante lejos viene la Universidad Católica, tercera desde siempre, con un 9%.
En Perú la discusión es grande. Unas encuestas dan primero a Universitario, otras a Alianza Lima. La prestigiosa consultora Ipsos APOYO hizo un sondeo a comienzos de año y este dio ganador al club crema, con ligera ventaja sobre su archirrival Alianza. Esto pese a que los últimos años de ambos han sido para el olvido. Sporting Cristal, con un 10 o un 13%, se ubica como lejano tercero. »El de mayor hinchada es Universitario, ni vuelta que darle. Lo demás es puro cuento», dice el director de un diario deportivo peruano. »Cuando la ‘U’ gana todos venden, cuando pierde caen las ventas. Alianza es el que le sigue, pero con un 10 por ciento menos. En Lima puede ser más parejo, pero en provincias hay miles de hinchas de la «U». La prueba está en la asistencia a los estadios. La ‘U’ estando bien, llena. A Alianza le cuesta».
A quince años de su última vuelta olímpica, Barcelona sigue siendo claramente el número uno del Ecuador, aunque con Emelec y, sobre todo, Liga de Quito, mucho más cercanos que en el pasado.
En Argentina, Olé lanzó recientemente el Registro Nacional del Hincha, acaso el intento más serio hecho hasta hoy para determinar con exactitud el grado de adhesión popular. Participaron 266.548 personas y, tras dos meses de encuesta, Boca desde luego ganó con el 25,45%. Lo siguió River con el 15,12%, luego Independiente con el 6,8%, Racing 5,9% y San Lorenzo 4,9%. Boca es el número uno en las 23 provincias del país y también en la ciudad de Buenos Aires. La sensación es que Independiente parece tener muchos más fieles de lo que dice esa compulsa.
En Uruguay hay un porcentaje inamovible desde siempre: el 95% de los aficionados es de Peñarol o de Nacional. Y entre ellos, Peñarol tendría de un 5 a un 10% más que su histórico rival. Nunca se consolidó un tercero. Ni Defensor, ni Danubio, ni Wanderers. Incluso es muy usual que un hincha sea de un club chico y de uno grande. Por ejemplo, de Liverpool por el barrio donde vive, y de Peñarol por el corazón.
Flamengo, de pocas satisfacciones para su gente, mantiene el primer lugar en Brasil con un 15%, seguido de cerca por Corinthians (13%), aunque el flamante campeón de América tiene una fuerza arrasadora en cuanto a márketing y audiencia televisiva, además de residir en San Pablo, ciudad mucho más importante en población y económicamente que Río de Janeiro. Lo que sí parece claro es que la corintiana es una torcida más seguidora. Siempre está.
Este somero panorama determina que pasan los años, las décadas y el grado de convocatoria se mantiene casi inmodificable pese a los vaivenes deportivos. El que es popular, lo es a pesar de cualquier tormenta, granizo, diluvio o vendaval que afronte en lo deportivo. Tendría que pasar un siglo de derrotas un club para perder muy significativamente su masa de adherentes.
Y un excelente ejemplo de ello es el Santa Fe, que después de 37 años sin alegrías dio un golpe de popularidad en Colombia, diciendo aquí estamos, somos millones. Desde luego, los títulos ayudan a mantener y acrecentar el número de fieles. Sobre todo si llegan en seguidilla, y especialmente si son de carácter internacional (la gente ama ganar a ese nivel, siente un fuerte orgullo con los títulos continentales). Por esto ganó terreno Liga de Quito en los últimos tiempos en Ecuador.
Pero un club de los de abajo debería provocar una auténtica revolución para subir peldaños y desplazar a los ya populares. En un encuentro hace un par de meses con José Macía “Pepe”, el célebre de “Pelé y Pepe”, le preguntamos por qué en las Copas Libertadores actuaban como locales en Maracaná, tan lejos de su ciudad. “Vila Belmiro era un estadio pequeñito y Santos no tenía hinchas en San Pablo. Por eso íbamos a Río, donde todos simpatizaban con nuestro juego”. Hoy, el club blanquinegro reconoce tener más torcedores en San Pablo que en la misma ciudad de Santos. Pero para lograr tal crecimiento debió tener a Pelé y ser el mejor equipo de la historia durante quince años.
Caso contrario, la popularidad es un fenómeno difícil de alterar. Está demostrado. Y si se altera, deben pasar décadas primero. El verdadero hincha transfiere a su hijo la pasión por su club. Por ello esa masa se mantiene. Sobre todo si son de clubes grandes. Es impensable un padre de Boca y un hijo de River, aunque puede suceder, damos fe por un gran amigo, compañero del periodismo.
El padre, fanático azul y oro, lo llevaba de niño a la cancha. Pero Jorgito, de él se trata, no celebraba los goles. Un domingo se hacía la hora de salir para La Bombonera y Jorgito no quería ir. Ya con 14 o 15 años, después de meses de pensar cómo confesarlo, tomó coraje y se lo dijo: “Papá, no te enojes, pero soy de River”.
Y aunque nunca se perdió el amor entre ambos, algo se quebró entre padre e hijo.
*Ex articulista de El Gráfico y director de la revista Conmebol, (a) International Press.