“Fue una inolvidable fase de octavos de final de una Libertadores ya de por sí excelente, lejos la mejor de los últimos años”.
Por Jorge Barraza*
Los hinchas del Bolívar aún tratan de asimilar el luto por el 0 a 8 frente al Santos. Un adiós cruento de la Copa. Tener una mala noche frente a equipos brasileños puede ser mortífero: porque hacen gala de una contundencia como la de ningún otro fútbol: 3 tiros al arco suelen ser 3 goles. Y porque no pisan el freno, siguen… En el Río de la Plata se manejan otros códigos; en general, cuando la cosa viene para goleada grande, los jugadores del que va ganando se miran como preguntándose: “¿Aflojamos…?” Y, por lo general, al llegar a 5 ó 6 levantan el pie del acelerador; empiezan a tocar para los costados. A veces, si hay alguna bronca previa o demasiada rivalidad, se busca aumentar el marcador, pero sólo en casos así.
Porque una noche funesta la tiene cualquiera. No existen ocho goles de diferencia entre ambos; si el mismo Bolívar le ganó una semana antes al Santos. En el fútbol actual no existen esas brechas. Aunque no hay reproches para el cuadro de Neymar, cada quien gana por lo que le gusta. Y por lo que puede. Además, en esta Copa fue dos veces a la altura paceña -también subió a visitar a The Strongest- y en ambas cayó 2 a 1. Tendría sed de revancha.
La feligresía del Deportivo Quito tampoco sale de la amarga turbación en la que lo sumió el 6 a 0 de Universidad de Chile. Los medios quiteños han empleado incluso palabras como “tragedia”, “masacre”, “pesadilla”. Más de uno elevó la voz: “Yo dije que la ventaja de 4 a 1 no era suficiente…” Sí lo era. ¿Cuánto hay que ganar de local para ir tranquilo a un partido de visitante… 15 a 0…? Lo que nadie esperaba era ver una maquinaria de hacer fútbol tan brillante como esta ‘U’ de Sampaoli, el padre de esta bella criatura que está escribiendo un capítulo dorado en un club de antigua tradición pero poca figuración.
Fue una inolvidable fase de octavos de final de una Libertadores ya de por sí excelente, lejos la mejor de los últimos años. También Boca dejó una imagen impecable en Santiago en su 3-2 sobre Unión Española (mueve bien la bola y es un equipo que si le da continuidad a José Luis Sierra y un par de refuerzos de cierta jerarquía, va a ser un rival mucho más atrevido el año próximo).
Fluminense (paga 36 millones de dólares al plantel de fútbol en este 2012, sólo en salarios) dio cuenta de un debilitado Inter de Porto Alegre y será nuevamente un rival tremendo para Boca. Flu tiene a Deco, Thiago Neves, Rafael Sobis, Fred, Rafael Moura… Una dotación ofensiva importante.
En la antípoda de Flu, Libertad es el más modesto de los ocho finalistas en términos de recursos económicos, pero llegó con méritos a cuartos. Un equipo como todos los paraguayos, que trabaja los partidos, los empareja con tesón. Y si se le enciende una luz, por ahí lo desnivela. Claro que ahora le toca la ‘U’, que es como escalar el Aconcagua con un elefante en brazos.
Emelec no supo ganarle a Corinthians en casa y ahí terminaron sus hazañas. Hasta que no se demuestre lo contrario, ir a remontar una llave en Brasil es una tarea reservada a uruguayos y argentinos. Estos también pueden perder, pero en una jornada feliz son capaces de lograrlo.
Lanús jugó con grandeza frente a Vasco da Gama, mereció pasar. No supo hacer el gol más, a otra cosa. Pero nunca nos inspiró tanto respeto el cuadro granate. Bien ahí…
De aquí al final de la columna es todo de Universidad de Chile. ¡Qué noche la del 6 a 0 en Santiago…! (¡Qué noche la noche de anoche!, bromeaba el genial Diego Lucero). De esas que se recuerdan décadas después. No hubo goleada por defección del perdedor sino por mérito del vencedor. Fue todo “culpa” de la ‘U’. Una orquesta brillante y estentórea en la que cada pieza tocó armónicamente. Hubo una respuesta individual y colectiva extraordinaria para encarar un resultado adverso de 4 a 1.
A Jorge Sampaoli (ya lo quieren varios clubes de Brasil, de Argentina y es gran candidato a una selección importante) le vendieron al goleador Eduardo Vargas, gran figura del equipo campeón de la Sudamericana. Se le fue el centrodelantero Canales; se retiró el otro punta, Rivarola… Se rearmó con el moreno Junior Fernández y Ángelo Henríquez, un prometedor juvenil de 17 años (en abril cumplió 18). Y sigue siendo competitivo, eficiente, ganador. Es evidente e indiscutible la mano de orfebre del entrenador. Con las distancias del caso, la ‘U’ es un hermano menor del Barcelona. Fiero para recuperar la pelota, prolijo para jugarla, eficaz en ataque.
Hace tiempo no veíamos una actuación individual y colectiva tan asombrosa en Sudamérica. Se percibía en sus jugadores un convencimiento absoluto en el juego del equipo y en el individual. Puede que no vuelvan a repetir 90 minutos tan excepcionales. A esto se le llama hacer cima. La ‘U’ se viste de candidata obligada al título, incluso por encima de los clubes brasileños, que no han mostrado tal grado de funcionamiento. Y Sampaoli, con el video de este 6 a 0 puede ir a pedir trabajo en cualquier club europeo. Lo toman.
Lo mejor que pudo pasarle a la ‘U’ es haber caído 4 a 1 en Quito. Fue el resbalón de aviso. En enfrentamientos mata-mata, como son los octavos de final en adelante, hay que pisar con cuidado. Una falla es un gol y un gol es un adiós. Más con el sistema del vale doble como visitante.
Le faltan 6 cátedras más para hacer historia. Le sobra juego.
*Ex articulista de El Gráfico y director de la revista Conmebol, (a) International Press.
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