El mejor entrenador de la historia del Barcelona dirigió su último partido en el Camp Nou
Ginés Muñoz / EFE
Gracias, gracias y mil millones de gracias. El barcelonismo agradecido no se cansó hoy de dárselas a su ídolo, convertido ya en un mito del banquillo azulgrana, en el personaje que probablemente haya hecho más por dignificar la imagen del club en sus 113 años de vida.
Pep Guardiola vivió esta noche su último partido como entrenador del Camp Nou. Una noche mágica, cálida, generosa en agradecimientos, en mensajes de aliento y de estima eterna por el mejor entrenador de la historia del Barça.
Justo lo contrario que Guardiola vivió en aquella lluviosa noche de junio de 2001, cuando se despidió como jugador del equipo de su vida, en un Camp Nou con aspecto desangelado que acaba de ver cómo su equipo firmaba una nueva temporada en blanco, al caer eliminado en semifinales de la Copa del Rey tras empatar ante el Celta en su propio estadio.
Muchas cosas han cambiado desde entonces. Muchas de ellas, precisamente las ha cambiado Guardiola. Y la afición culé se lo ha agradecido hoy antes, durante y después del derbi contra el Espanyol, en un homenaje sincero, emotivo y grandioso.
«Gràcies Pep», (en catalán), podía leerse en los miles de banderines con los colores azulgranas y de la ‘senyera’ que el club repartió en las gradas.
«Gràcies Pep», rezaba el lema del póster gigante colgado de la fachada de tribuna del Camp Nou, sobre un mural en el que los culés pudieron hoy escribirle una dedicatoria a su ídolo.
«Gracias Pep» fue lo que más se podía leer en las decenas de pancartas que los aficionados exhibieron en el estadio -más de una pidiéndole que vuelva algún día para presidir el club- y #GràciesPep también fue la etiqueta utilizada en las redes sociales y en la web del Barça para despedirse del mejor entrenador azulgrana de todos los tiempos.
Y Pep asistió a su gran noche rodeado de su familia -sus padres Valentí y Dolors fueron invitados al palco y su esposa Cristina lo vio con sus tres hijos desde su localidad habitual- y amigos, de la gente que ha compartido con él estrés y la responsabilidad de dirigir al Barça durante estos cuatro años.
Hasta el presidente de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas, tuvo un asiento preferente de la zona noble para darle aun mas solemnidad al acto.
La fiesta empezó justo antes del partido, con los primeros gritos de la grada coreando el nombre de Guardiola mientras se desplegaba una bandera gigante en el lateral del Camp Nou con una imagen enorme del técnico de Santpedor y un ‘T’estimem Pep’ (Te queremos Pep) escrito bajo el escudo del Barça.
Desde el área técnica, Guardiola vivió el partido inquieto, dando órdenes constantemente, aparentemente ajeno a lo que estaba aconteciendo entorno a su figura. A la que posteriormente los culés rendirían el mayor tributo que se recuerda a uno de los suyos.
Aparentemente se trataba de un encuentro cualquiera. Pero no era cierto. Messi lo dejó bien claro cuando, tras marcar de penalti el cuarto gol de la noche, su número 50 en Liga esta temporada, corrió hacia el banquillo para dedicárselo a su entrenador. Juntos se fundieron en un abrazo, y detrás fue todo el equipo en el momento más álgido de toda la velada.
Luego llegaría el homenaje posterior al derbi, un vídeo que repasaba los mejores momentos de Guardiola, acompañado de los acordes de «Què tinguem sort» (Que tengamos suerte), una canción de su amigo Lluís Llach que se encuentra entre sus favoritas.
En un breve parlamento desde el mismo terreno de juego, el preparador catalán ha explicado a los 89.000 aficionados que hoy quisieron estar a su lado en su despedida, que él también ha sido «un privilegiado» por haber podido disfrutar de estos jugadores, «la diferencia es que yo he podido hacerlo desde un poquito más cerca que vosotros, nada más», ha añadido.
Guardiola ha acabado con una frase que no significa una adiós, sino un hasta pronto: «Os echaré de menos. El que más pierdo soy yo. Os dejo en las mejores manos posibles. Hasta pronto. A mí no me perderéis nunca».
Luego ha sido manteado por sus jugadores y convirtiéndose en el centro de un corro en el que ha participado toda la plantilla y su equipo técnico, con un Camp Nou ya totalmente entregado que cantaba orgulloso el «Ser del Barça és el millor que hi ha» (Ser del Barça es lo mejor que hay).
Finalmente, Pep se ha quedado solo en el centro del campo. Ha tirado besos a la grada, se ha despedido brazos en alto, se ha tocado el pecho señalando su corazón. El barcelonismo le debe agradecimiento eterno y hoy se lo ha demostrado como no supo demostrárselo hace once años.
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