La presencia de una persona que nos acepte como somos nos ayuda a desarrollarnos sanamente y a salir adelante con esperanza y optimismo.
Por Nélida Tanaka*
Estamos llegando a fin del 2010 y pronto se abre el portal de un nuevo año. Estos son momentos únicos, en los cuales uno se detiene para reflexionar sobre lo que atravesó y sobre lo que desearía para el futuro.
Pensando qué desearía transmitirles para esta ocasión especial, me vino en la mente, la palabra “resiliencia”, un término psicológico relativamente nuevo que puede definirse como “ la capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y ser transformado positivamente por ellas» (Edith Grotberg, 1998).
Sí, queridos lectores; observando cómo las personas que inicialmente estaban abrumadas por algún problema, gradualmente van cambiando y mejorando, me da la convicción de que el ser humano tiene una enorme capacidad para sobrepasar sus dificultades.
Emmy Werner, profesora de Desarrollo Humano en la Universidad de California, hizo un estudio de niños criados bajo condiciones adversas, y observó que quienes pudieron desarrollarse sanamente, a los que se los llamó “resilientes”, tenían un elemento en común, ellos tenían la presencia de alguien que sea familiar o no, que los aceptaba tal como son. Los resultados de este estudio nos dan esperanza y optimismo y nos dan tambien luz sobre cómo entablar nuestras relaciones humanas, ya sea entre padres e hijos, como entre amigos.
Puede que estemos acarreando problemas actualmente, al final de cuentas, siempre habrá algunos, pero en este momento que vamos a abrir las puertas a este nuevo año:
-Tengamos confianza en nuestra capacidad de superarlos, especialmente en momentos de flaqueza e incertidumbre.
-Tratemos de ser objetivos, de mirar nuestro problema desde otro ángulo, lo cual nos dará una nueva perspectiva, y tal vez otras pautas para avanzar. Es muy fácil caer en un círculo vicioso, donde nos volvemos miopes hasta sentir que no tenemos salida, es cuando hablar con una persona que nos escuche será la mejor ayuda, asimismo expresar y verbalizarlo ya nos puede distanciar del problema.
-Tengamos humor, es el santo remedio cuando estamos al borde de la desesperación, este humor también nos dará cierta objetividad.
-Tengamos la paciencia y la perseverancia para proseguir aunque no veamos resultados desde el inicio. Siempre recuerdo el cuento de las dos ranitas que cuenta Jorge Bucay en “Recuentos para Demián”, la ranita que no se dio por vencida al caer dentro de un bol de leche y pataleó constantemente, batió tanto la leche que la convirtió en manteca y así pudo salvarse.
Finalmente, y tal vez lo más importante, tengamos la presencia de algún ser que nos comprenda y apoye, nos animará y nos dará las fuerzas en los momentos que más lo necesitemos.
¡Un feliz año nuevo y tengamos confianza en nosotros mismos, en nuestra capacidad por sobrellevar los problemas!
*Psicóloga clínica, contacte con ella llamando al 090-2245-4021, o por correo electrónico: consultas@hotmail.co.jp
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