Un pasatiempo que parecía guardado en los cajones ha regresado con enorme fuerza en Japón. Los stickers o pegatinas (シール, seal) están viviendo un verdadero boom, y no solo entre niños. Madres, jóvenes y hasta profesionales se han sumado a la moda de coleccionar e intercambiar calcomanías como en los años escolares.
El auge retornó en 2024 con diseños brillantes y en relieve que enamoraron a niñas y adultas por igual. Las redes sociales impulsaron la tendencia y las tiendas comenzaron a vender cantidades inesperadas.
Un comercio de Osaka reportó que entre enero y octubre de este año las ventas se multiplicaron más de cien veces respecto al mismo periodo anterior. En los grandes almacenes, hay modelos que se agotan en cuestión de minutos.
En tiempos dominados por pantallas, el intercambio cara a cara (シール交換 / seal koukan) se ha convertido en un pequeño ritual social. Elegir el sticker perfecto, negociar con emoción y adherirlo al álbum del otro crea vínculos que no se logran con un simple mensaje.
Además, las que crecieron en los 90 y 2000 hoy vuelven a los stickers con poder adquisitivo y nostalgia. Para muchas, adquirir esas colecciones que antes no podían tener es una especie de sueño cumplido.
En el centro de esta fiebre están los adorados «Bonbon Drop Seal» (ボンボンドロップシール), los más difíciles de conseguir hoy en día. Su brillo, el efecto tipo caramelo y sus diseños dulces y kawaii los han convertido en un tesoro de intercambio. Muchas niñas los guardan como oro y los muestran solo en ocasiones especiales.
Pero no son los únicos. También destacan:
Stickers puffy (suaves y abultados)
Series de animalitos tiernos como gatitos o conejos
Holográficos con efecto arcoíris
Ilustraciones de estilo “niña bonita”, muy populares entre adolescentes
Cada colección invita a descubrir estilos distintos y a crear álbumes personalizados, donde la creatividad se vuelve parte del juego.
Cada fin de semana, es común ver a familias buscando los modelos más codiciados. Para las niñas, es emoción pura; para las adultas, una oportunidad de revivir la infancia. El álbum se convierte así en un diálogo entre generaciones: se conversa, se ríe, se negocia y se guardan recuerdos en cada página.
El intercambio de stickers está generando una comunicación cercana entre madres e hijas, una experiencia cálida que muchos valoran especialmente en esta era digital. (Nancy Matsuda)
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