«Teru teru bozu» y la canción que incluye una amenaza inesperada

Teru teru bozu

Cuando se aproxima una excursión escolar o un evento importante al aire libre, en muchas casas de Japón aparece colgado un curioso muñequito blanco con forma de cabeza redonda: el «teru teru bozu» (てるてる坊主). Aunque parece una simple manualidad, esta figura tradicional está asociada con la esperanza de buen clima y con creencias que se remontan a tiempos antiguos.

El «teru teru bozu», que podría traducirse como “monje que brilla” o “muñequito del sol”, se elabora con papel o tela blanca y suele colgarse cerca de las ventanas. La tradición es especialmente popular entre los niños, quienes lo fabrican antes de excursiones o actividades al aire libre para pedir buen tiempo. Su presencia refleja la permanencia de ciertas creencias populares y rituales ligados al clima, transmitidos de generación en generación.


El «teru teru bozu» también es protagonista de una conocida canción infantil, escrita por Rokuro Asahara y musicalizada por Shinpei Nakayama. La canción comienza de forma dulce, el niño le pide al teru teru bozu que le traiga sol al día siguiente, y le promete una campanita dorada como recompensa. En la segunda estrofa incluso le ofrece sake dulce. Pero en la tercera estrofa, el tono cambia de forma notable, ya que si no hace buen clima, se menciona que se le cortará la cabeza al muñeco.

Esta parte, que muchos niños cantan sin reparar en su significado, introduce un elemento simbólico relacionado con antiguas creencias. Se cree que estas amenazas provienen de rituales donde se ofrecían figuras o sacrificios simbólicos para aplacar a los dioses del clima. También existe una leyenda sobre un monje que, al fallar en su intento de hacer cesar la lluvia, fue ejecutado por orden de un señor feudal. Aunque no hay pruebas históricas concluyentes sobre ese episodio, la historia ha contribuido a cimentar la dimensión ritual del «teru teru bozu». En algunos jardines de infancia hoy en día se omite la última estrofa de la canción para evitar transmitir un mensaje demasiado fuerte.

Su origen se vincula a una práctica procedente de China. En la antigua China se hablaba de Soseijo (掃晴娘), una joven que rezó fervientemente para que cesaran las lluvias, logrando eventualmente convertirse en esposa del dios dragón de la lluvia. Esta historia fue adaptada en Japón, donde el personaje femenino fue reemplazado por una figura masculina, sin cabello, asociada con un monje budista. Durante el periodo medieval japonés, se atribuía a los monjes poderes espirituales capaces de influir en el clima, lo que fortaleció la creencia en la eficacia de estas figuras. (Nancy Matsuda)



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