El pasado fin de semana ha sido una muestra de cómo las generaciones se entrelazan, construyendo puentes entre el pasado y el futuro. El sábado, durante el 2º Concurso Intercultural de Oratoria de Español, vimos a los padres traer a sus hijos, mostrándonos cómo ellos son la semilla de lo que está por venir, un reflejo de la esperanza y el esfuerzo por construir un mundo más diverso y comprensivo. Sus voces, aunque jóvenes, resonaban con la fuerza de aquellos que saben que tienen un papel vital en nuestra sociedad.
El domingo, en el Bunka Keirokai, fue el turno de los hijos para traer a sus padres, para rendir homenaje a nuestros senpai (mayores), aquellos que con su dedicación y sacrificio nos han permitido caminar por este camino que ahora transitamos. Fue un día lleno de gratitud, un tributo a los que vinieron antes que nosotros y que nos enseñaron el valor de la perseverancia y el respeto por nuestras raíces.
Dos días inolvidables. Dos días donde el pasado y el futuro se encontraron. Mientras celebrábamos con actividades y fiestas, hubo un momento de profunda reflexión. El sábado fue para mirar adelante, hacia el potencial de las nuevas generaciones, y el domingo para mirar atrás, agradeciendo el legado de quienes han hecho posible nuestro presente. Al final, ambos días nos recordaron que somos parte de una cadena continua, y que, así como nuestros padres y abuelos nos guiaron, es nuestra responsabilidad guiar a los que vienen detrás.
Esta experiencia nos reafirma la importancia de la unión entre generaciones, el valor de la herencia cultural y la necesidad de seguir celebrando y construyendo juntos un futuro en el que todos tengamos un lugar.
Agradezco a Dios por haberme colocado en este lugar y en este momento, por permitirme ser testigo de la unión entre generaciones y culturas. Este fin de semana no solo fue un recordatorio del esfuerzo y sacrificio de nuestros senpai, sino también de la bendición de poder contribuir a un futuro lleno de esperanza y posibilidades.
Cada evento, cada sonrisa, y cada momento compartido me llena de gratitud, no solo hacia quienes participaron, sino hacia un propósito más grande que nos une a todos. Estos días me recordaron que no estamos solos en este camino y que todo lo que hacemos tiene un significado profundo, guiado por algo mayor.
(*) Presidente del Grupo Aizawa
