Tamiko Honda tarda 20 minutos en autobús desde su casa hasta el local de McDonald’s en la ciudad de Kumamoto donde trabaja cinco días a la semana.
La mujer no es uno más de los miles de empleados que tiene la cadena de comida rápida en Japón. A sus 90 años, es la mujer de mayor edad que trabaja en McDonald’s, destaca Mainichi Shimbun.
Tamiko toma un recogedor y una escoba y sale a la calle para barrer el área que rodea el local. También limpia mesas y sillas.
Trabaja tres horas al día y lleva 23 años en McDonald’s. Nunca ha faltado por enfermedad.
Le encanta trabajar.
Fue enfermera en un hospital hasta los 61 años, la edad obligatoria de jubilación en la institución médica.
Más adelante consiguió trabajo como limpiadora en una universidad. Tuvo que dejarlo a los 67 años, la edad obligatoria de jubilación.
No se resignó y comenzó a buscar empleo.
Un día, su única hija le dijo que había una oferta de trabajo en McDonald’s abierta a personas de todas las edades. Ese mismo día se presentó y el resto es historia.
Tamiko creció durante la guerra, cuando los alimentos escaseaban (recuerda que comían principalmente camote y raíz de malanga), y dice que esa experiencia -en estos tiempos en que hay todo tipo de comida disponible- ha hecho que sienta “profundamente el valor de las cosas”.
Muchos de sus amigos han muerto o tienen demencia. Su hija falleció por cáncer hace doce años. Antes de salir a cumplir su turno cada día, mira la foto de ella y le dice: “Me voy a trabajar”.
“El trabajo es mi afición”, dice. “Venir a trabajar y hablar con los jóvenes me mantienen llena de vida. Ni siquiera el coronavirus es un problema”, comenta riéndose.
Tamiko cuenta que su nieto una vez le preguntó: “¿No has trabajado ya lo suficiente?”.
¿Jubilarse? Ni pensarlo.
“Para no ser una carga para quienes me rodean, quiero vivir y dar lo mejor de mí en el trabajo hasta que mi cuerpo me lo permita”, dice. “Trabajar es el secreto de la salud. En la vida, es necesario tener esperanza”. (International Press)
