Crisis educativa en Japón: faltan profesores, bajos salarios, padres “monstruos”

Salón de clases en Japón (foto Darklanlan)

 

“¿Quién quiere ser profesor en estos días?”.


Así comienza un artículo publicado en Japan Today que recoge un reportaje de la revista Spa sobre las difíciles condiciones laborales que sufre un maestro en Japón.

Exceso de trabajo, salarios bajos, presiones, abuso de poder, padres “monstruos”, etc.

Japón atraviesa por una crisis educativa, según Spa.


Las cifras no mienten: el 75 % de los distritos escolares del país no tienen suficientes maestros, según el Ministerio de Educación.

Los profesores de avanzada edad se están jubilando “en masa” y el país no encuentra suficientes maestros jóvenes para sustituirlos.

A ello hay que agregarle que los profesores jóvenes toman licencias -por problemas de salud mental provocados por el estrés o para tener bebés, criar hijos o cuidar a parientes ancianos y enfermos- en niveles récord.


Un estrés, hay que recordar, que se alimenta de lo que se menciona al comienzo de la nota: exceso de trabajo, bajos salarios, acoso de poder, etc.

Ahora bien, el hecho de que cada vez haya menos niños en Japón no implica necesariamente que se necesiten menos profesores.


Así como crece el número de maestros que se ausentan del trabajo por problemas de salud mental, también aumenta el de niños que requieren atención especial. Niños con estrés, niños sin amigos en la escuela, niños abrumados por la presión de sus padres, etc.

Niños que, además, ya no tienen tan buenos maestros como antes.

En 2000, una de cada 13,3 personas que aspiraban a ser profesores llegaba a un salón de clases; en 2021, una de cada 3,7.

Antaño, “las escuelas podían elegir entre un gran grupo de candidatos; ahora deben conformarse con lo que pueden conseguir”, advierte Japan Today.

Los niños merecen mejores profesores, pero los profesores merecen un mejor sistema (que no los explote, que les pague bien, que no los sature de trabajo no relacionado con sus clases, como la supervisión de actividades extraescolares o tareas administrativas ).

Sin olvidar, claro, a los padres “monstruos”, un fenómeno no tan extendido en tiempos pasados, cuando el maestro era más respetado.

Un profesor de secundaria de 42 años sabe muy bien cómo son.

“Abroncas a un chico por faltar a clases y fumar”, y los padres, en vez de reprender a su hijo, arremeten contra él: “¡Si tus lecciones fueran más interesantes, eso no pasaría!”. (International Press)

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