En 2016, Junko Uchizawa, una mujer que reside en la isla de Shodo, prefectura de Kagawa, rompió con su novio.
El hombre comenzó a mandarle numerosos mensajes para retomar la relación. Cuando Uchizawa le dijo que si continuaba escribiéndole llamaría a la policía, el hombre se tornó más agresivo.
“Iré a tu isla y te destrozaré”, le escribió, revela la mujer en entrevista concedida a Mainichi Shimbun.
Cuando el acosador le escribió que había viajado a la isla, la mujer se contactó con la policía. El hombre fue arrestado.
Uchizawa contrató un abogado a través del cual llegó a un acuerdo con su expareja para que la dejara en paz.
La situación parecía haberse resuelto, pero varios meses después, él volvió a escribirle. Además, publicó mensajes difamatorios contra ella en internet. El hombre fue arrestado por segunda vez.
En 2019, la mujer publicó una obra sobre su terrible experiencia, “Mi guerra de 700 días con un acosador”.
Uchizawa sorprendió cuando pidió a la policía y la fiscalía que su exnovio recibiera tratamiento psicológico. Con el castigo no alcanza.
Una persona allegada le dijo que su petición era “muy amable”.
Sin embargo, la mujer de 55 años explica que incluso si los acosadores van a prisión, la mayoría sale en uno o dos años, con lo cual una vez libre podrían volver a acosar a sus víctimas.
Uchizawa quiere que los acosadores reciban tratamiento para resolver el problema de fondo.
Las acosadas, dice ella, quieren vivir en paz, y no la tendrán si su acosador no recibe un tratamiento que lo ayude a superar su enfermiza obsesión.
En la misma línea está Akiko Kobayakawa, jefa de Humanity, una organización sin fines de lucro con sede en Tokio que además de brindar asesoría a las víctimas, intenta ayudar a los acosadores.
Kabayakawa dice que la terapia cognitiva conductual es la principal forma de tratamiento para los acosadores reincidentes.
La gran mayoría de acosadores deja en paz a sus víctimas cuando reciben una advertencia de la policía, dice tomando como referencia un estudio de la Agencia Nacional de Policía en 2014-2015.
Alrededor de uno de cada diez vuelve a acosar dentro de un periodo de un año. A ellos apunta el tratamiento.
Sin embargo, de los 993 acosadores a quienes la policía japonesa instó a buscar terapia en 2021, solo 164 (16 %) aceptaron.
Por otro lado, hay una etapa en la cual los acosadores son tan peligrosos que los tratamientos ya no funcionan y se requiere la intervención de la policía.
Kobayakawa divide el acoso en tres etapas:
- Primera, llamada “riesgo”. Cuando el acosador exige a su expareja volver.
- Segunda, “peligro”. Críticas y acecho físico.
- Tercera etapa, “veneno”. Amenazas, violencia e irrupción en la casa de la víctima.
Kobayakawa sostiene que es posible ayudar al acosador en las dos primeras etapas, pero ya no en la tercera. La policía debe intervenir. (International Press)