Hideko Hakamada lloró el lunes cuando el Tribunal Superior de Tokio ordenó la realización de un nuevo juicio a su hermano Iwao, condenado a muerte por el asesinato de cuatro personas en 1966.
“He esperado este día durante 57 años”, dijo la mujer de 90 años, revela Asahi Shimbun.
La batalla no está ganada, porque la fiscalía podría apelar y el caso volvería a atascarse.
Hideko, sin embargo, está preparada para seguir luchando por su hermano.
Un nuevo juicio es la gran oportunidad para que la inocencia de Iwao salga a la luz.
Iwao, de 87 años, no formó parte de las celebraciones por el fallo del tribunal que congregaron a Hideko y las personas que apoyan su causa.
“Vive en un mundo de ilusiones”, dice la mujer en alusión a su hermano.
Los 48 años de encierro (la mayor parte de ellos en el corredor de la muerte) afectaron la salud mental de Iwao.
Hideko ha entregado su vida a la defensa de la inocencia de su hermano.
Hideko e Iwao eran los dos menores de seis hermanos que crecieron en la prefectura de Shizuoka.
Desde pequeños, Hideko ha velado por su hermano menor.
La mujer comenzó a trabajar como empleada en una oficina de impuestos y se casó cuando tenía 22 años, pero su matrimonio duró solo un año. Mejor sola, pensó.
Su apacible vida se hundió cuando su hermano fue arrestado en 1966 por el asesinato del ejecutivo de una empresa de fabricación de miso y tres miembros de su familia.
Iwao era empleado del hombre asesinado.
Hideko no podía creer lo que le estaba pasando a su hermano, una persona tranquila e incapaz de matar a nadie, dice ella.
La mujer recuerda que entre los hermanos juntaron dinero para cubrir los gastos legales.
Su madre asistió a todas las sesiones del juicio y murió en 1968, después de que el Tribunal de Distrito de Shizuoka lo condenó a muerte.
Tras la muerte de su mamá, Hideko asumió la causa de Iwao como suya debido a que el resto de hermanos tenía sus propias familias de las que ocuparse.
Ella era la única que no estaba casada.
Hideko tuvo que enfrentar el estigma social de ser la hermana de un hombre al que todos (salvo su familia) consideraban un asesino.
“Viví una vida tratando de no llamar la atención de nadie”, recuerda la mujer, que trabajó en una empresa de alimentos como contadora.
Del trabajo a la casa y viceversa, siempre con perfil bajo, tratando de pasar desapercibida.
A menudo se despertaba en medio de la noche pensando en Iwao. Para poder dormir, bebía alcohol. En exceso.
Dejó de hacerlo incentivada por una campaña que iniciaron excompañeros de escuela de Iwao para defender su inocencia a mediados de la década de 1970.
Hideko abandonó el alcohol para redoblar sus esfuerzos por la libertad de su hermano.
Periódicamente viajaba desde Shizuoka hasta Tokio, donde estaba encerrado Iwao para visitarlo y hacerle notar que su familia no lo había abandonado.
En 1994, pidió préstamos para comprar un edificio de apartamentos de tres pisos que alquiló y se convirtió en su fuente de ingresos.
Después de pagar los préstamos, en 2012, se mudó al edificio.
En 2014, el Tribunal de Distrito de Shizuoka decidió reabrir el caso y ordenó la liberación de Iwao, quien fue a vivir con su hermana.
“Fue como un sueño hecho realidad”, recuerda.
Los fiscales, sin embargo, apelaron y desde entonces la batalla ha tenido altas y bajas.
Pese a la buena noticia que recibió Hideko el lunes con la decisión del Tribunal Superior de Tokio de ordenar un nuevo juicio, ella es consciente de que la fiscalía podría volver a apelar, con lo cual el caso nuevamente encallaría.
A sus 90 años, sin embargo, la determinación de Hideko no flaquea: “Estoy lista para pelear”. (International Press)
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