La sociedad peruana camina sobre un delgado y difuso camino entre los eternos conflictos políticos que sostienen la izquierda y derecha pero que ahora han hecho suyos los extremistas de cada bando.
El centro reflexivo ya no existe, los afiebrados discursos de los líderes de cada tendencia en contra de su adversario suben de tono con adjetivos cada vez mas hirientes azuzados por medios de comunicación que sirven como caja de resonancia para semejantes exabruptos.
Manifestaciones pacíficas que terminan en violencia y saqueos, que pasan de los gases lacrimógenos a las balas que terminan con muertos que las autoridades entierran con un : que se investigue.
“La guerra del fin del mundo en Perú” tal vez sea el título de la próxima novela de nuestro Premio Nobel de Literatura, tras reflexionar nuevamente como Zavalita sobre… en qué momento se había jodido el Perú.
Pero el problema es que el Perú no termina de joderse. La pandemia desnudó nuestras carencias tanto en infraestructura sanitaria como en honestidad cuando vimos a funcionarios públicos de alto rango, incluyendo al mismo Presidente, aprovecharse de sus puestos para vacunarse.
La izquierda ganó las elecciones, pero perdió la oportunidad histórica de demostrar que eran como decían, la reserva moral del país, no fue así. Constantemente asediada por la derecha y extrema derecha, que no perdían tiempo para atacar al nuevo gobierno democráticamente constituido, fue cayendo en la tentación de la corrupción, que finalmente terminó con el suicidio político del expresidente Castillo, al declarar de manera inconstitucional el cierre del Congreso para luego ser vacado y detenido.
La actual presidente Boluarte, izquierdista convertida a la derecha y ahora casada con ella en un, a todas luces, matrimonio de conveniencia, recibe la presión mediante marchas, mítines y cierre de carreteras de sus otrora camaradas cansados de tantas promesas incumplidas.
El Perú es un país extenso, tanto que hay regiones donde no parecen estar enterados de lo que sucede en el sur y en otras zonas, tal vez sea porque tenemos intereses distintos que proteger o porque la conectividad no llega a esas zonas, lo que ha hecho, por ejemplo, que la educación se haya visto muy afectada al no tener los estudiantes acceso a internet para seguir sus estudios durante la pandemia.
A todo esto ¿cuándo habrá paz social en nuestro país?
Difícilmente la habrá y seguiremos en guerra mientras haya una división social acentuada por el clasismo y el racismo como lo expresó el fallecido expresidente : “Son ciudadanos de segunda”.
Creo que las futuras elecciones serán cada vez más conflictivas y sin mayorías claras por lo cual considero que será necesario que los políticos tengan actitudes y declaraciones que demuestren un total respeto y aceptación al resultado de los comicios ya que es la base de una democracia, y junto a ello, tolerancia al adversario para que haya una sucesión pacífica y ordenada del poder con los beneficios económicos y sociales que supone.
De no ocurrir esto, una y otra vez escucharemos la voz de la mayoría en calles y plazas refiriéndose a los políticos en general:
“Que se vayan todos”.