EL CASO: “La gente está estresada por el miedo a contagiarse por coronavirus. En nuestra casa creo que no es el caso porque tenemos a nuestro hijo Julián con nosotros, él tiene 12 años. Vivo en Japón y la escuela dijo que dejaba a criterio de los padres si lo enviábamos a clases. Tanto mi esposo como yo estamos casi siempre en casa, él tuvo la suerte de empezar un teletrabajo. Creo que somos afortunados, aunque los ingresos hayan bajado un poco.
Pero no comprendo por qué Julián está siempre tan malhumorado, me evade, no entiende por más que le explico que ahora tenemos que estar en casa para evitar contagios, me muero de la preocupación de que le pase algo, de que se contagie.
Mi marido me dice que me preocupo demasiado, es triste que no comprenda, no quiero que pase lo mismo que a un tío, cuando finalmente pudieron hospitalizarlo, fue demasiado tarde. Con papá también hace años, lo llevamos al médico, pero ya no se pudo hacer nada.
¿Qué podría hacer para que mi hijo entre en razón?”
RESPUESTA:
Veo que está haciendo todo lo posible para proteger a su familia. Está tratando de evitar cualquier riesgo para que todos estén protegidos y no comprende porqué su hijo está tan malhumorado, aunque le haya explicado de los riesgos.
Veamos un poco las razones de su malhumor, ¿Estaba Julián de acuerdo con usted para no ir a las clases? Algunas veces los papás nos afanamos en explicarles las razones del porqué de nuestras decisiones y esperamos que estén de acuerdo, pero nos olvidamos de preguntarles qué opinan, qué es lo que ellos quieren.
Él está en una edad en que empiezan a tener más autonomía, a tener sus propias opiniones que no siempre concuerdan con las de los padres. Cuanto más tratemos de convencerlos, más resistencia encontraremos y para evitar fricciones, puede que nos evadan.
Su esposo le dice que se preocupa demasiado, aunque seguramente su intención es tranquilizarla, puede que usted se sienta sola, no comprendida. Detrás de su esfuerzo por evitar todo riesgo, siento que hay un sentimiento de culpa, si hubiese hecho algo más o más pronto, tal vez hubiese podido evitar el fallecimiento de su padre.
Ese dolor y pena han retornado ahora que ha ocurrido algo similar con su tío, y ahora en circunstancias bajo las que ni siquiera podemos decirles adiós personalmente, lo cual crea un gran vacío emocional, una sensación de “non finito”. Tal vez detrás de su afán por proteger a su familia hay también estos sentimientos, que son muy comprensibles, muy humanos…
Con respecto a Julián, escuche su punto de vista, vea cuan realista es, apoye sus iniciativas para protegerse del virus y vea qué es lo más aceptable para ambos lados. Los niños se muestran más flexibles si nosotros también lo somos. Entonces él podrá comprender sus sentimientos.
- MScs. Nélida Tanaka, psicóloga clínica radicada en Japón. Es columnista de International Press desde 1999. Escríbale a: consultas@hotmail.com
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