Más de 42 mil personas han superado el covid-19 en Japón. Aunque ya no estén infectadas, hay quienes aún sufren secuelas y, peor aún, el estigma social.
Asahi Shimbun entrevistó a tres mujeres que estuvieron hospitalizadas y, por suerte, sobrevivieron.
Más de cuatro meses después de haber sido dada de alta, una sexagenaria cuenta que aún siente una opresión en el pecho. Ella, sin embargo, no está segura de que el origen sea el covid-19. Cree probable que la causa sea el estrés al que está sometida debido a que la han obligado a mantener en secreto que padeció la enfermedad.
La mujer hace arubaito en una guardería en Tokio. Un mes después de ser dada de alta, su médico le dijo que estaba totalmente recuperada y que podía volver a trabajar.
Su jefe, no obstante, le ordenó que se quedara en casa hasta que la transmisión del virus comenzara a disminuir en Japón. Recién pudo volver al trabajo tres semanas después.
Aunque ahora trabaja, no puede decirle a nadie que estuvo infectada. Su jefe no quiere que nadie lo sepa para no inquietar a los padres de los niños.
La mujer se contactó con todas las personas que sabían que había estado hospitalizada para que no lo comentaran con nadie.
Si bien entiende que su jefe busca evitar que los padres y los niños se preocupen, la mujer dice que es terrible tener que mentir para mantener el secreto, pues choca con los principios que imparte a los pequeños: ser honestos y no discriminar a los demás.
La segunda persona, de 62 años, sufre un dolor agudo en el brazo que nunca había tenido antes de ser infectada. Ha ido a hospitales a examinarse, pero no han podido identificar la causa exacta.
Aunque fue dada de alta en abril, aún no ha recuperado por completo el olfato y le cuesta hablar porque tiene dificultades para respirar.
La mujer ha retomado su trabajo en un call center, pero en el trabajo le dijeron que no se presentara si tosía. El problema es que ella padece asma y no puede evitar toser.
La tercera superviviente es una mujer de 46 años que dirige un restaurante en Tokio.
La mujer compartió en redes sociales su estado de salud para que sus clientes estuvieran informados. Eligió ser sincera para mantener la confianza de sus usuarios.
Fue dada de alta del hospital en abril y ya recuperada comenzó a prepararse para reabrir su local.
La noticia, sin embargo, no fue muy bien recibida por algunos de sus habituales clientes, uno de los cuales le exigió presentar un certificado que indique que ya no está infectada. (International Press)
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