Las bolas (los bulos o mentira deliberada), se cuentan a cientos en situaciones de incertidumbre y gran transcendencia, como sucede con la Covid-19. Unas historias falsas que, en ocasiones, son más atractivas que la propia realidad.
Los psicólogos sociales Guillermo Fouce y Juan Carlos Revilla hablan sobre la oleada de bolas que nos invade relacionada con el coronavirus. Qué buscan quienes los crean y por qué muchos se difunden a gran escala.
La escasez de papel higiénico, hacer gárgaras con agua y vinagre o bicarbonato para prevenir el coronavirus o usar el dióxido de cloro para eliminarlo de nuestro cuerpo. Afirmaciones falsas sobre personas y mil distorsiones de informes científicos, son solo una muestra de las bolas desmentidos por grupos de verificadores.
Sin embargo, las bolas y la desinformación siguen ahí cada día porque las actuales circunstancias crean un terreno abonado para que florezcan.
La ecuación se completa con la carga emocional. “Si la bola es atractiva emocionalmente o visualmente se transmite mucho más”, agrega el también presidente de la Fundación Psicología sin Fronteras.
Las redes sociales o servicios como WhatsApp, Facebook o Twitter tienen un efecto multiplicador y sin ningún control. Simplemente hay que lanzar una bola y esperar a que funcione, a que se distribuya “de forma totalmente incontrolable”, pues aunque se desmienta habrá personas que no lo sabrán y seguirán compartiéndolo.
Pero además, “hay gente que prefiere creer la bola a la información veraz”, señala Fouce, para quien es “especialmente llamativo” que “a veces, una buena historia es más atractiva que la realidad”.
La bola es un tipo de información, aunque falsa, “llamativa y novedosa”, que acaba calando “más en la gente que la información correcta a la que estamos acostumbrados”, dice Revilla, presidente del Comité de psicología social de la Federación Española de Sociología.
Pero eso nos hace también “más presa fácil de la desinformación”, en especial con las bolas científicas o sanitarias, porque los ciudadanos de a pié no tenemos acceso a todas las investigaciones -agrega Revilla- por eso, si nos llega una información que “parece verosímil la asumimos como posible”.
Precisamente, la apariencia de verdad es otra característica de los bulos. “Son historias que pueden partir de algo que sea medianamente cierto”, pero que se elaboran para “crear una mentira”, indica Fouce.
INTENCIÓN SOTERRADA
Pero, ¿qué busca quién crea una bola? Algunos los hacen sin darse cuenta. “Oyen una información y al transmitirla la deforman levemente, el siguiente hace lo mismo y el siguiente, hasta que al final es irreconocible. En todo ello hemos creado mucho ruido, mucha desinformación, pero sin mala intención”, explica Revilla.
Y los hay que están construidos con “una intención soterrada, para establecer una crítica a una institución o un colectivo”, agrega Fouce.
Sin olvidar el “protagonismo”, aunque la bola sea anónima, quien la ha creado sí puede ver su efecto y “tiene esa satisfacción de saber que ha tenido un impacto”, pues con esa mentira “se busca una respuesta” y si la obtiene -precisa Fouce- “es una demostración poder”.
Revilla apunta además la motivación de “congraciarse y lograr reconocimiento de los miembros de su propio grupo”, pues el también profesor de la Universidad Complutense explica la sociedad como “grupos que ven la realidad de una manera determinada y en función de ella se retroalimentan”.
Una parte de las bolas “no son tanto mentiras como información sesgada por algún tipo de interés, muchos de ellos de tipo político” que alguien moviliza “para que encaje mejor en la forma de ver de su propio grupo”, considera.
Fouce destaca además que “solemos sesgar la información que nos llega para reforzar aquello que pensamos”. Las bolas “nos ayudan a crear o a adaptar la realidad a lo que creemos previamente” y nos “justifican para adoptar ciertas actitudes”.
¿Y cuándo la actual pademia pase? El creador de bulos no desaparecerá, agrega el experto, “se transforma y se reconstruye” pues siempre hay temas que nos interesan y causan incertidumbre, “esas son las rendijas que aprovecha”. EFE
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