Dos clásicos de la literatura japonesa se publican en español

Hiroko Izumi Shimono e Iván Pinto Román en la presentación de los libros en Lima. (foto Asociación Peruano Japonesa)

Decir que Japón está a la vanguardia casi equivale a afirmar que en verano hace calor. Nada nuevo bajo el sol. Sin embargo, lo que no todos saben es que hace mil años Japón también estuvo a la vanguardia. Gracias a sus mujeres. En particular, a una: Murasaki Shikibu, autora de “El relato de Genji”, considerada como la primera novela moderna de la literatura universal.

Fue justamente con esta obra que en 2013 el Fondo Editorial de la Asociación Peruano Japonesa (APJ) se estrenó lanzando la primera traducción directa del japonés al español del libro que para Octavio Paz “es comparable a los grandes clásicos occidentales como Cervantes o Balzac”.


Seis años después, el Fondo acaba de publicar en castellano otra obra de la escritora japonesa, “El diario de Murasaki Shikibu”, como parte de un libro doble que también incluye a “El diario de Sarashina”, de la hija de Sugawara no Takasue.

Como en el caso de “El relato de Genji”, sus traductores fueron Hiroko izumi Shimono, doctora en literatura japonesa, e Iván Pinto Román, profesor y estudioso de la cultura japonesa.

Iván Pinto Román (foto Asociación Peruano Japonesa)

El libro doble fue presentado en el Centro Cultural Peruano Japonés, en Lima, con la presencia de ambos.


“LA QUINTAESENCIA DE LA VIDA HUMANA”

Murasaki Shikubu nació en el año 978 y fue una menina al servicio de la emperatriz Shoshi. En el diario relata con agudeza sus vivencias en la corte imperial de Heian. Fue “una dama de profunda inteligencia y conocimiento superior”, según el profesor Pinto, quien contó que Murasaki Shikibu le tenía tirria a otra menina, Sei Shonagon, nombre capital de la literatura japonesa, autora de “El libro de la almohada”. Murasaki era reservada y de cáracter seco, mientras que su “rival” era cautivadora y subyugante.

Asistentes hacen fila para la firma de libros.

“El diario de Sarashina” es una compilación de recuerdos, desde la pubertad hasta la vejez, de la hija de Sugawara no Takasue, una mujer que leía mucho y le profesaba devoción a “El relato de Genji”. Pinto destacó la vivacidad y frescura de su diario, en el que la escritora volcó sus deseos, frustraciones y sueños, exponiendo su corazón. Se casó y fue madre, pero después enviudó y sus hijos salieron de casa, a hacer sus propias vidas. La mujer halló consuelo en el buda Amida y creía en la trascendencia como camino a la felicidad eterna.


Hiroko Izumi Shimono explicó el contexto en el que nacieron ambas obras durante la época Heian (794-1185) y los factores que contribuyeron a la literatura escrita por mujeres. Uno de ellos fue la ruptura de relaciones con China, hecho que favoreció la niponización de Japón. En la corte, el idioma oficial era el chino, mientras que las mujeres utilizaban el silabario kana (hiragana), creado en Japón.

Otro factor relevante fue la paz que caracterizó el periodo, lo que permitió un mayor goce de la cultura por parte de los nobles y favoreció el desarrollo de la caligrafía japonesa. Shimono resaltó el “afán por acrecentar la cultura personal” de la época, en la que se valoraban mucho la educación y la cultura de las mujeres.


Las mujeres ahondaban en su interior y expresaban su sensibilidad a través de la escritura, abordando temas que los hombres consideraban carentes de importancia. Sin embargo, las obras de estas mujeres, un milenio después, han sobrevivido como extraordinarios testimonios de su tiempo.

Shimono subrayó otro factor indispensable: el menosprecio de los hombres hacia la caligrafía nipona luego de la introducción del sistema de examen imperial chino en la sociedad japonesa. Respetaban la escritura china apreciando su «autenticidad» y, por el contrario, menospreciaban la escritura doméstica silábica como «humilde» y «baja». Irónicamente, la conciencia discriminatoria masculina dejó por fortuna abierto el camino a la literatura en prosa a las mujeres.

El género del diario femenino surgió en Japón en el siglo X, a diferencia de otros países que tuvieron que esperar hasta el siglo XVIII, salvo por el caso de una monja de convento. Tal logro se debió a inevitables hechos impulsados por la política nacional y regional de aquel tiempo, así como también a la formación personal, merced a la educación concedida en la ‘alcoba cultural de la emperatriz’, dirigida primordialmente por las meninas que servían a la emperatriz o a alguna dama del entorno cortesano. Fue un ejemplo único en el mundo.

La Dra. Shimono destacó ambas obras por mostrar “la quintaesencia de la vida humana” y transmitir “vivas emociones”. Por eso se siguen leyendo hasta hoy.

La Dra. Shimono y Cristina de Escala, esposa del exembajador de Perú en Japón, Elard Escala (foto Asociación Peruano Japonesa)

“El diario de Murasaki Shikibu” fue publicado en 1010, mientras que “El diario de Sarashina” data de 1060. En otras latitudes hubo que esperar hasta la Edad Moderna para la publicación de diarios escritos por mujeres. (International Press)

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