Extranjeros detenidos en Japón: ¿cuántas personas más tienen que morir para que las autoridades cambien?

Ministerio de Justicia de Japón (foto moogry.com)

En junio, un nigeriano recluido en el Centro de Inmigracion de Omura, ubicado en la prefectura de Nagasaki, fue encontrado inconsciente en su celda. Más tarde fue declarado muerto.

No era un hombre mayor, pues no llegaba ni a los 50 años. Sin embargo, su salud se había deteriorado porque estaba en huelga de hambre, en protesta contra las autoridades japonesas por su prolongado encierro. El africano quería ser liberado de manera provisional.


Antes de ser trasladado a Omura, el hombre estuvo detenido en Osaka durante más de tres años y medio. Los funcionarios del centro de inmigración no han querido revelar el nombre de la víctima ni la causa exacta de su fallecimiento.

Su muerte, revela Asahi Shimbun, impulsó a 95 extranjeros detenidos en Omura a realizar una petición escrita para solicitar una investigación del caso y medidas para evitar que una tragedia similar se repita.

Los extranjeros pidieron que se llegue al fondo del asunto para que la muerte del nigeriano no sea en vano y sirva para corregir las cosas.


En la petición, hicieron hincapié en que se perdió una “vida valiosa” debido a la angustia y la incertidumbre que sufría la víctima con respecto a su futuro y su prolongada detención que parecía no tener fin.

Los extranjeros se preguntaron cuántos más detenidos tienen que morir para que las autoridades de inmigración modifiquen su proceder.

Los firmantes de la petición provienen de unos 20 países, entre ellos Irán, Sri Lanka, Pakistán, Vietnam, Nepal, China, Turquía y Brasil.


Asahi califica el documento escrito como un gesto “audaz” por parte de los detenidos, pues podría perjudicar sus posibilidades de salir en libertad provisional. Las autoridades de inmigración deciden a su discreción cuánto tiempo permanece detenido un extranjero (una persona llegó a estar encerrada durante seis años y ocho meses).

Los detenidos en Omura se enteraron de la muerte del nigeriano un día después a través de los medios y exigieron a los funcionarios del centro una explicación sobre el caso. Como medida de protesta algunos decidieron hacer una huelga de hambre.


Hasta el 4 de agosto, 11 aún mantenían la drástica medida.

Las secuelas de la muerte del nigeriano alcanzaron otros centros de inmigración, como el de Ibaraki, donde 65 personas llegaron a estar en huelga de hambre.

Uno de ellos era un iraní que llevaba alrededor de tres años y medio encerrado. En conversación telefónica con Asahi explicó que con la medida querían transmitir el mensaje de que las prolongadas detenciones son malas.

“No hemos cometido ningún crimen. No quiero morir, pero nuestro mensaje no se escuchará a menos que pongamos en peligro nuestra salud», dijo.

En la Oficina Regional de Inmigración de Tokio, varias mujeres detenidas se negaron a consumir alimentos en rechazo a su dilatado encierro.


En Japón hay 17 centros de inmigración que albergan a extranjeros cuya visa ha vencido. Hasta el mes pasado, había 1.282 personas detenidas. (International Press)

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