Corea del Sur invitó a una antigua esclava sexual al banquete que ofreció al presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Además, sirvió un plato denominado “camarones Dokdo”, en alusión a las islas que controla Seúl y que Tokio, que las llama Takeshima, reclama como propias.
Un par de detalles que no han gustado el Ejecutivo nipón. El principal vocero del gobierno, Yoshihide Suga, declaró que «es fundamental evitar acciones que tengan una mala influencia en los lazos entre Japón, Estados Unidos y Corea del Sur».
En declaraciones que recoge Mainichi Shimbun, Suga dijo que la invitación a la ex esclava sexual colisiona con el espíritu del acuerdo entre Japón y Corea del Sur de 2015 que dio por finalizada de manera irreversible la controversia por el tema de las miles de mujeres coreanas que fueron forzadas a atender a soldados japoneses antes y durante la II Guerra Mundial.
De acuerdo con el pacto, se asume que ambos países deben absternerse de criticar al otro en el escenario mundial.
La ex esclava sexual se llama Lee Yong-soo y expuso su caso en Estados Unidos en 2007. Una película basada en su vida goza de gran popularidad en Corea del Sur, donde unos 3,3 millones de espectadores la han visto hasta el martes. (International Press)
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