El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, llamó hoy «idiota» al expresidente colombiano César Gaviria por instarle a abandonar su controvertida campaña de mano dura contra las drogas porque no funciona en un artículo de prensa.
Gaviria «me ha dado lecciones a mí. Ese idiota», dijo el mandatario en Manila durante un discurso transmitido por televisión para conmemorar el 115 aniversario de la fundación de la Oficina de Aduanas de Filipinas.
El que fuera presidente de Colombia entre 1990 y 1994 instó a Duterte, en un artículo de opinión publicado por la edición en español de The New York Times, a no repetir los errores que él cometió en su país y le advirtió de que la línea dura no da resultado y conlleva unos costes humanos «enormes».
Para refutar la tesis de Gaviria, Duterte señaló las diferencias entre la cocaína, el producto que manejaban los cárteles colombianos, y la metanfetamina hidroclorídrica o «shabú», un potente alucinógeno muy popular entre las clases pobres de Filipinas.
«La cocaína es más o menos como la marihuana. Uno se puede comunicar. Pero con el shabú… solo el hecho de que se mezcla con agua de las baterías da una indicación de lo que pasa dentro de tu cerebro», dijo Duterte.
«He recibido muchas lecciones y comunicados y críticas, pero, ¿saben?, si no controlamos las drogas y el número (de adictos) llega a 4,5 millones, estos reducirán a los filipinos a la esclavitud», advirtió el jefe de Estado, al enfatizar que el shabú convierte en «esclavos» a quienes lo consumen.
El Gobierno de Gaviria coincidió con los años más duros en la guerra contra las drogas en Colombia, país que ha sido durante décadas el mayor productor de cocaína a nivel mundial.
Durante su mandato, el entonces cabecilla del temido cartel de Medellín, Pablo Escobar, fue encarcelado, pero se escapó y finalmente las fuerzas de seguridad lo mataron cuando huía por los tejados de un barrio de Medellín.
El uso de insultos para descalificar a quienes le critican no es algo nuevo para Duterte, quien ya llamó «hijo de puta» Barack Obama cuando ocupaba la Casa Blanca y recientemente ha usado el mismo término para referirse a los obispos de Filipinas.
El mandatario cree que la adicción a las drogas de unos cuatro millones de filipinos, según sus datos, que algunas organizaciones consideran inflados, es el principal problema del país y la mayor amenaza a las futuras generaciones.
Así, cuando llegó al poder el 30 de junio emprendió una agresiva campaña para limpiar los barrios de drogas, en la que tácitamente se ha otorgado impunidad a las ejecuciones extrajudiciales de traficantes y adictos.
La «guerra antidroga» ha causado más de 7.000 muertes desde su inicio, de las que al menos 2.500 corresponden a sospechosos ejecutados en operaciones policiales por supuestamente oponer resistencia.
En este momento, la campaña se halla suspendida para «limpiar» la Policía de agentes corruptos, pero la intención de Duterte es prolongarla hasta que concluya su mandato, en 2022. EFE
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