El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, recogió hoy en el ayuntamiento de Oslo el Nobel de la Paz, que dedicó a su país y a las víctimas del conflicto armado, ovacionadas durante la ceremonia, porque la paz es del pueblo y debe construirse «entre todos», dijo.
«La guerra que causó tanto sufrimiento y angustia a nuestra población, a lo largo y ancho de nuestro bello país, ha terminado», dijo Santos, quien saludó el fin de «una pesadilla» de más de medio siglo que sólo generó «dolor, miseria y atraso».
En su discurso se acordó sobre todo de los «más de 8 millones de víctimas y desplazados» y «más de 220.000 mujeres, hombres y niños que, para nuestra vergüenza, han sido asesinados».
Santos, premiado por sus «esfuerzos decididos» para acabar con la guerra, afirmó que Colombia ha hecho «posible lo imposible» y que el Nobel fue un «regalo caído del cielo», como «el viento de popa que nos impulsó para llegar a nuestro destino: ¡el puerto de la paz!».
El Nobel llegó poco después del triunfo del no en el referendo sobre el primer acuerdo con la guerrilla de las FARC, un resultado inesperado que situó a los colombianos en un lugar mágico pero contradictorio, como el Macondo de Gabriel García Márquez.
Ese revés fue usado como una oportunidad para abrir un diálogo nacional y lograr un mejor acuerdo que toda Colombia pudiera apoyar y que fue aprobado a finales del mes pasado por las dos cámaras.
Santos elogió a los países que han apoyado las negociaciones, sobre todo a Noruega -garante con Cuba del proceso-, pero también a las Fuerzas Armadas y a quienes negociaron directamente.
«Y me refiero tanto a los negociadores del Gobierno como a los de las FARC -mis adversarios-, que demostraron una gran voluntad de paz. Yo quiero exaltar esa voluntad de abrazar, de alcanzar la paz, porque sin ella el proceso hubiera fracasado», concedió.
Ningún miembro de la guerrilla estuvo presente en Oslo para evitar complicaciones por su situación jurídica en Colombia, había explicado el presidente colombiano la víspera en rueda de prensa.
Sí estuvieron víctimas del conflicto como Leyner Palacios, superviviente de la matanza de Bojayá, en cuya iglesia una bomba lanzada por las FARC en un combate con paramilitares mató a entre 74 y 119 personas en mayo de 2002, incluidos 32 familiares suyos.
Las FARC han pedido perdón y Palacios ha aceptado, dijo Santos, resaltando la «paradoja» de que mientras las víctimas son las más dispuestas a la reconciliación, «muchos que no han sufrido en carne propia el conflicto se resisten a la paz».
En un discurso plagado de citas -entre otros del cantautor Bob Dylan, ganador del Nobel de Literatura de este año-, Santos defendió la «urgente necesidad» de replantear la estrategia en la lucha contra las drogas a nivel internacional y cerró su alocución recordando de nuevo a «Gabo», «mi aliado en la búsqueda de la paz».
Colombia -en cuyo cielo brilla «el sol de la paz»- debe disfrutar su segunda oportunidad, como la de «las estirpes condenadas a cien años de soledad» en «la nueva y arrasadora utopía de la vida».
La apuesta por el diálogo y la reconciliación fueron centrales en el discurso previo de la líder del Comité Nobel noruego, Kaci Kullmann Five, leído por la vicepresidenta de este organismo, Berit Reiss-Andersen, debido a la ausencia por enfermedad de la primera.
La concesión del Nobel a Santos, de quien elogió su «valentía y resistencia políticas», quiso premiar su tarea, pero también apoyar un proceso que estaba «bajo peligro inminente», y es un «homenaje» a todas las partes, incluidas las FARC, afirmó Reiss-Andersen. (EFE)
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