Protesta estudiantil resurge en Japón alentada por la reforma militar

Los jóvenes japoneses protestan contra la vulneración de su Constitución pacifista (foto SEALDs)

Gobierno japonés tacha a jóvenes de «idealistas desconectados de la realidad»


Los jóvenes japoneses protestan contra la vulneración de su Constitución pacifista (foto SEALDs)
Los jóvenes japoneses protestan contra la vulneración de su Constitución pacifista (foto SEALDs)

Andrés Sánchez Braun / EFE

La impopular reforma militar aprobada este fin de semana en Japón ha revivido la protesta estudiantil, un fenómeno que, pese a sus respetuosas maneras, está espoleando el inconformismo en un país que ha visto pocas movilizaciones en las últimas décadas.

En el seno del comité que ha convocado desde junio multitudinarias manifestaciones en el archipiélago para protestar por el cambio legislativo -que permitirá al ejército nipón operar en el exterior para apoyar a aliados que estén siendo atacados o para participar en misiones de la ONU- ha llamado la atención la presencia de un grupo denominado SEALDs.


El bloque, cuyas siglas responden en inglés a «Acción Urgente Estudiantil para una Democracia Liberal», nació hace apenas cuatro meses en universidades de la zona occidental del país.

En un tiempo récord ha logrado formar varias divisiones regionales y aglutinar a miles de jóvenes y no tan jóvenes (desde investigadores hasta madres con niños se han unido a sus convocatorias) para protestar por la iniciativa del Gobierno del primer ministro japonés, el conservador Shinzo Abe.

Sus cabezas visibles apenas pasan de la veintena, visten ropa de marca y lucen peinados a la última y en sus concentraciones son habituales los eslóganes a ritmo de rap y el reparto de unos panfletos de diseño cuidado y moderno, en línea con las páginas web del grupo, que ha aprovechado el alcance de las redes sociales para crecer.


«Muchos dicen que es gracias a nuestro talento en el campo del diseño por lo que hemos logrado atraer a tantos jóvenes», dijo esta misma semana Aki Okuda, principal portavoz y miembro fundador de SEALDs, en una intervención en el Club de Corresponsales Extranjeros de Tokio.

«Yo creo que simplemente se debe a que la gente está indignada porque el Gobierno no ha explicado una reforma que desde nuestro punto de vista vulnera la Constitución japonesa», argumentó este estudiante de 23 años.


El artículo 9 de la Constitución que Japón adoptó a instancias de la ocupación estadounidense tras su derrota en la II Guerra Mundial solo permite al país usar la fuerza para defenderse, y hasta ahora había evitado el envío de tropas al exterior.

Sin embargo, el gobierno de Abe aprobó el año pasado una reinterpretación del artículo para poder promulgar la nueva legislación, un atajo que evitó el engorroso y largo trámite para modificar la Carta Magna nipona y que ha indignado aún más a aquellos que creen que la reforma acaba con siete décadas de pacifismo en Japón.

Es verdad que el civismo y las buenas maneras de SEALDs distan mucho de los movimientos estudiantiles que sacudieron Japón de los años sesenta, que protestaron ferozmente contra el tratado de seguridad con EE.UU. impulsado por Nobusuke Kishi (abuelo de Shinzo Abe) en 1960 o que acabaron derivando, tras las revueltas de 1968, en las violentas facciones de la banda terrorista Ejército Rojo nipón.

El propio Okuda admite que SEALDs no persigue «ninguna revolución» y que carece de ideología más allá del antibelicismo.

Aún así, las palabras del portavoz del Gobierno, Yoshihide Suga, tachándolos de «idealistas desconectados de la realidad» hace ver que el grupo se ha convertido en un importante catalizador para que muchos japoneses se echen a la calle.

Ni siquiera el insistente movimiento antinuclear surgido tras el desastre atómico de Fukushima en 2011 había logrado un poder de convocatoria semejante.

Al mismo tiempo, la reciente intervención de Okuda ante el Parlamento, donde instó a prestar atención a aquellos escaños «que se estén echando la siesta» y acusó a Abe de usar «parábolas incomprensibles» para explicar su reforma, mostró a muchos japoneses una mordacidad poco común en una sociedad en la que prima el respeto a la veteranía y a los gobernantes.

«La visibilidad, ese sería el cambio logrado hasta el momento. El que la gente pueda decir abiertamente lo que piensa», insistió Okuda esta semana al enumerar los logros de su grupo.

«Pese a la aprobación de la polémica reforma, la gente no va a parar de protestar. Creo que lo estamos haciendo va a tener un impacto en las próximas elecciones», sentenció.

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