Precariedad y pobreza en Japón: la asignatura pendiente de «Abenomics»

Homeless en Tokio

 

1 de cada 6 japoneses es relativamente pobre


Homeless en Tokio
Homeless en Tokio

Antonio Hermosín / EFE

Los empleos temporales y con salarios bajos son cada vez más habituales en Japón, una evolución que ha empujado el número de personas en riesgo de pobreza hasta niveles récord y tiende a agravarse por el estancamiento económico del país.


Con una tasa de desempleo que ronda el 3,5 por ciento y el tercer mayor Producto Interior Bruto (PIB) mundial, Japón es considerado uno de los países con mejor nivel de vida del planeta.

Sin embargo, debajo de la aparente prosperidad y del admirado crecimiento nipón de la segunda mitad del siglo XX han emergido las desigualdades sociales y la brecha se ha ampliado con el reciente frenazo de la economía nipona.

Uno de cada seis japoneses (el 16,1 por ciento) sufre «pobreza relativa», según los últimos datos publicados en 2014 por el Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar, y que miden la proporción de personas que viven con ingresos inferiores a la media nacional.


Los grupos de población más expuestos son los jóvenes, las personas de edad avanzada y sobre todo las madres solteras, entre las que una de cada dos padece la «pobreza relativa».

La cifra es la mayor desde que en 1985 el Gobierno empezó a registrar esta estadística, y también la sexta peor de los 34 países que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).


El aumento de la pobreza en Japón «no ha sido repentino», sino que supone «un problema estructural que viene desde hace tiempo», dijo a Efe Aya Abe, directora de estudios empíricos del Instituto Nacional de Población y Seguridad Social.

«Tiene que ver con el descenso gradual de los salarios de los jóvenes y con el aumento del empleo temporal. Pasa desde la década de los 80», señaló la experta en una entrevista telefónica.

El número de trabajadores a tiempo parcial y con contratos temporales prácticamente se ha duplicado en las dos últimas décadas, hasta alcanzar en 2014 cerca de 20 millones de trabajadores y el 40 por ciento de la mano de obra del país, según datos del Gobierno.

En muchos casos, los sueldos de este tipo de empleados caen bajo el umbral de pobreza, fijado en Japón en unos ingresos anuales de 1,22 millones de yenes (9.500 euros/10.100 dólares), cantidad con la que es difícil cubrir gastos básicos como el alojamiento o la comida.

El Gobierno planea una nueva subida del impuesto del consumo para 2017 y ha presionado a las grandes empresas para que eleven sus salarios, con el objetivo de lograr un aumento generalizado de los precios y reactivar la economía.

Muchos expertos han alertado sobre las consecuencias que esto podría tener sobre los colectivos más desfavorecidos, y señalan la necesidad de conceder más ayudas sociales a los grupos de riesgo y de flexibilizar los requisitos para obtenerlas.

«Hay una gran diferencia en la evolución de los salarios. Han subido los de la franja alta pero no los más bajos, y si esto no cambia aumentará la pobreza», señaló la antes citada investigadora.

«Es un círculo vicioso, si no se aumentan los impuestos, no habrá dinero para más ayudas. Y si no suben los salarios, la economía se estanca», señala la experta del Instituto Nacional de Población y Seguridad Social.

El Gobierno, liderado por el primer ministro Shinzo Abe, ya recortó algunas prestaciones sociales el verano pasado, y tendría que hacer malabarismos para cuadrar nuevas ayudas mientras trata de reducir su enorme deuda pública, la mayor del mundo desarrollado.

«El futuro de la pobreza en Japón dependerá del éxito de Abenomics», añadió la investigadora, en alusión a la conocida estrategia económica del primer ministro.

 

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